
Víctor Benítez Arceo, funcionario de Atención al colaborador, del Departamento de Colaboración Médica en la suroriental provincia cubana de Granma, ha sido siempre fidelista, al profesar una admiración muy grande por el Máximo Líder de la Revolución cubana.
Ese sentimiento se hizo mayor en 1982, cuando tuvo la oportunidad de compartir una jornada de trabajo con ese Hombre de estatura mayor.
Hoy, cuando Cuba y su pueblo llora la pérdida física de Fidel Castro Ruz, Víctor testimonia aquel Día inolvidable.
En la mañana del día 19 de julio de 1982 al llegar al Instituto Politécnico de la Salud Clodomira Acosta Ferrales, de Bayamo, del cual yo era el director y que había sido recientemente convertido en un hospital especial para la terrible epidemia del Dengue Hemorrágico, que afectaba al país y arrebató numerosas vidas, fundamentalmente a niños de nuestra Patria.
Sobre las 9:00am me informan los compañeros de la Seguridad del Estado que recibiría una visita del primer nivel en nuestro centro, como a la hora me vuelve a decir que el visitante sería nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Me dan todas las instrucciones del lugar en que lo recibiría. A su llegada sobre la una de la tarde con su andar peculiar sube las escaleras de la institución y con su mano derecha alzándola, con una señal de V entre los dedos índice y pulgar saluda -¡Buenas tardes! –.
Yo parado en posición de firme espero se aproxime. Soy presentado por el compañero Roberto Damián Alfonso que en aquel momento era el Primer Secretario del Partido en la provincia de Granma, y le dice ¡Comandante! –Él es el director de esta escuela y a su vez el director del hospital.
Me estrecha la diestra y me pone la mano sobre el hombro derecho. Su primera pregunta es: ¿Dónde están los niños? y le respondí.
-Comandante se encuentran en la cuarta planta.
– Vamos a verlos y se inclina hacia para subir por su derecha.
-No Comandante, por este otro lado.
Atravesamos el pasillo central y nos dirigimos hasta la sala donde se encontraban los niños, ya en la misma se acerca a dos camas y les pregunta.
-¿Cómo se sienten las madres?-¿Cómo están?
Una de las madres sentadas en el borde de la cama del niño – le dice.
– Comandante en nombre de las madres de los niños aquí ingresados quiero darle un beso. Él se agacha apoyándose en las dos literas, pues solo utilizábamos la de abajo, a recibir el beso lleno de cariño de aquella mujer y al incorporase le dice al compañero José Ramón Fernández. -¡Fernández mira que fuerte están estas camas!
Ya de ahí se incorpora el director provincial de salud Doctor Ángel Echavarría Fuentes y pienso que con su llegada las preguntas serían para él y no para mí, pero me vuelve a interrogar, haciéndome varias preguntas entre ellas.
-¿Cuántos pacientes se han atendido en este centro?
-¿Han existido fallecidos? Si alguno se pone grave ¿Cómo será atendido?
Y le respondo a esta pregunta. Se ha habilitado en la enfermería de la escuela una sala con equipos y otros aseguramientos.
También me pregunta.
– ¿Si se pone un paciente grave a dónde se traslada? y le digo, en una ambulancia que tenemos disponible para llevar estos casos para el hospital Carlos Manuel de Céspedes.
Le comenté que el personal que encontraba trabajando en el hospital éramos los propios trabajadores de la escuela. Ejemplo, los profesores de Enfermería eran los enfermeros, los del Laboratorio como técnicos de laboratorio, los de Estadísticas en el movimiento hospitalario, los de Higiene en el control epidemiológico, el resto de los profesores que eran afines hacían las funciones de pantristas, información y otras actividades y los alumnos que acababan de recibir sus diplomas como graduados, también acudieron al llamado para ayudar a combatir esta epidemia.
Fueron unas horas muy tensas para mí, pero nunca creí estar frente de nuestro Comandante en Jefe y explicarle todo esto que recuerdo.
También tuve que responder numerosas preguntas e interrogantes solicitados por el Ministro de educación relacionadas con el claustro de profesores, el reciente cierre del curso, el nivel de ingreso, los procesos de captación…
¡Que día tan grande para mí en medio de una epidemia sin precedentes!