
El 14 de agosto de 1867 el abogado y patriota bayamés Pedro Felipe (Perucho) Figueredo y Cisneros, escribe la melodía de la marcha La Bayamesa, que devendría Himno Nacional.
La idea surgió durante una reunión de patriotas que conspiraban para independizar a Cuba de España y en la cual se acuerda la necesidad de crear un himno que, a semejanza del francés La Marsellesa, enardeciera los ánimos de la población.
El nuestro es un himno de combate, surgido en el fragor de la lucha subversiva contra el poder de la metrópoli. Llama a defender la patria y ofrendar la propia vida en busca de la ansiada libertad.
Es el símbolo de la nación cubana y originalmente se le llamó La Bayamesa, por haber sido compuesto y tocado por primera vez en Bayamo y como referencia a la ya conocida marcha La Marsellesa de la Revolución francesa.
El jueves 11 de junio de 1868 se oyeron por primera vez en forma pública las notas de este himno, en la Iglesia Mayor de Bayamo, durante un solemne Te Deum, con motivo de las festividades del Corpus Christi y ante la presencia de altas personalidades del gobierno colonial español y de un gran número de fieles de la localidad.
Originalmente el himno contaba con seis estrofas. Las últimas cuatro fueron excluidas en 1902 porque hería el orgullo de los españoles. Además, no era bien visto que en la letra del himno de una nación no se respetara a otra.
Otro aspecto importante es que era demasiado largo comparado con la mayoría de los himnos.
A pesar de que Perucho Figueredo compuso una música para el himno, esta fue modificándose con el tiempo, al no contar muchas veces con la referencia de la partitura original.
Esto originó que se creasen distintas armonizaciones, las cuales diferían en mayor o menor medida del original. En 1983, el investigador y musicólogo Odilio Urfé presentó una ponencia a la Asamblea Nacional del Poder Popular en la que propuso la versión actual (y definitiva) del himno, nuestro canto de combate.