Eduardo contra los problemas

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Por Osviel Castro Medel | 20 diciembre, 2022 |
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Eduardo aprendió mucho durante tres años dirigiendo la beca en su universidad. FOTO/Cortesía del entrevistado

Muchos en Río Cauto, donde él vive, lo miran orgullosos. Saben que  Eduardo Yero Barrero es un joven íntegro, que supo ganarse el derecho de participar en el X Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), desarrollado del 17 al 20 de diciembre en la capital cubana.

Para este estudiante de cuarto año de la carrera de Medicina, asistir a esa cita ha sido una de las mejores cosas que ha vivido en sus 23 años.

Él, que cursa el cuarto año de Medicina en la Facultad Celia Sánchez Manduley, de  Manzanillo, tiene incontables experiencias por narrar, especialmente aquellas relacionadas con la residencia estudiantil, de la que fue presidente por tres años.

Allí aprendió a lidiar con problemas, con reclamos de sus coetáneos,con dificultades que afectan la vida de los universitarios.

No justifica las carencias, pero sí considera posible, al margen de necesidades, “lograr una FEU diferente”, en la que la exista mayor motivación para la asistencia a las actividades, algo que implica nuevas maneras de convocatoria.

Él subraya que es posible lograr un mejor funcionamiento en la brigada, eslabón inicial y fundamental del trabajo de la organización.

“El Congreso se celebra en el centenario de la FEU y ese hecho resulta irrepetible. Es un reto participar y a partir de ahí perfeccionar lo que hacemos”, señala.

Eduardo fue delegado a dos encuentros nacionales de las Ciencias Médicas, que agrupó a estudiantes con trayectorias destacadas de diversas provincias del país.

Además, pertenece al movimiento Mario Muñoz Monroy, compuesto por alumnos integrales; es decir, que no solo se destaquen en la docencia.

Cree que uno de los hechos más hermosos vinculados al centenario de la FEU es que las luchas de esa organización no se parezcan a las que originaron su creación por Julio Antonio Mella.

Entonces, como él señala, los estudiantes no habían ocupado un lugar prominente en la nación, y ser universitario era un privilegio de unos pocos.

“Hay que defender esas conquistas y no dejarlas morir en ningún momento. El Congreso debe servirnos como un estímulo a todos”, concluye.

 

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