El destacado patriota y periodista Eduardo Yero Buduén, entrañable amigo Antonio Maceo y José Martí, falleció en ciudad de La Habana, el 26 de agosto de 1905, hace 120 años, víctima de un cáncer en el pulmón, a los 53 años de edad.
Fundó en Santiago de Cuba el semanario El Triunfo, en los comienzos de 1879, donde aparecieron artículos de contenidos políticos, con el énfasis puesto en alcanzar la independencia Cuba de la dominación española.
Las autoridades españolas, furiosas, censuraban y secuestraban los números donde aparecían tan explosivas ideas revolucionarias.
En febrero de 1895, tuvo que salir clandestinamente de Santiago de Cuba y marchar al exilio en los Estados Unidos, siendo uno de los principales colaboradores del periódico Patria, fundado por José Martí.
UN PATRIOTA ÍNTEGRO
Su nacimiento se produjo el 8 de agosto de 1852, en la ciudad de Bayamo. Era hijo del médico don Manuel Yero Romero y doña Dolores Buduén y Zayas (Loló).
Desde su niñez disfrutó de una vida holgada, pudiendo realizar estudios y graduarse como abogado en la Universidad de La Habana.
Una vez comenzada la guerra de independencia, el 10 de octubre de 1868, la familia Yeo-Buduén apoyó el proyecto revolucionario. Después de la quema de la ciudad de Bayamo, marchó a Manzanillo.
En los comienzos de 1870, regresó con sus familiares a la ciudad incendiada, con el objetivo de cumplir misiones de espionaje, junto con su padre. En el caso específico de Eduardo Yero, mantenía confidencias con el representante de la Cámara insurrecta Tomás Estrada Palma, a quien mantenía al corriente de los movimientos y composición de las columnas españolas.
Los datos suministrados garantizaban la seguridad de las fuerzas mambisas en la comarca y combatir al enemigo desde mortíferas emboscadas. Entre las más memorables estuvo la ocupación de un convoy español en Punta Gorda, entre Bayamo y Cauto Embarcadero, el 18 de febrero de 1875, por las fuerzas de los generales general Vicente García y Modesto Díaz.
A causa de una denuncia, Eduardo Yero cayó preso en marzo de 1876 y sometido a un tribunal militar. Por falta de pruebas fue dejado en libertad, pero sin dejar de vigilarlo.
Tres meses después, en mayo, el padre fue enjuiciado por sospechas de confidencias y desterrado a Isla de Pino, hoy Isla de la Juventud. Entonces la familia marchó con él hacia su nuevo destino. Pudieron regresar a Bayamo, tras la fima del Pacto del Zanjón, en abril de 1879.
PLUMA AL SERVICIO DE LA PATRIA
Desde mediados de 1880 pasó a residir en la ciudad de Santiago de Cuba, donde fundó el periódico El Triunfo, puesto al servicio del ideal independentista.
A la par, estrechó relaciones con el brigadier Flor Crombet, quien desde fines de 1889 organizaba un nuevo estallido revolucionario. En misiones de enlace estuvo en Bayamo, Manzanillo y Holguín.
El 25 de junio de 1889, fue secuestrada la edición de El Triunfo, porque las autoridades consideraron ofensivo el artículo de su autoría “Intento Vano”. De nuevo fue fichado como sedicioso.
Cuando el general Maceo llegó al puerto santiaguero el 30 de enero de 1890 rumbo a La Habana, fueron a visitarlo al buque Flor Crombet y los bayameses Antonio Calás y Eduardo Yero. A los tres les dio a conocer su proyecto de insurreccionar la Isla lo más pronto posible.
De sus empeños libertadores en aquellos momentos Maceo escribió: “Encontré vivo el patriotismo que siempre nos distingue a los orientales, sin que pudiera abrazar a los demás compatriotas que laboraban en la ciudad de Santiago de Cuba. Solo tuve la dicha de dialogar con el incansable Crombet, el distinguido Eduardo Yero y otro hermano de ideales”.
La Ley Electoral elaborada 1890 recibió fuertes críticas de Yero, porque negaba elementales derechos como votantes a los negros, en tanto concedía votos privilegiados a los españoles residentes en Cuba, incluyendo a los integrantes de los odiados cuerpos de voluntarios.
El 28 de abril de 1890 apareció en El Triunfo su artículo “Puntos negros”. En una de sus partes subrayaba: “La audacia del hecho asombra. Es un reto formal lanzado con escándalo del mundo culto a una isla que se encuentra en el centro del Nuevo Continente y debiera ser crucero de la libertad, y es, por ironía de la suerte, un punto envuelto en sombras”.
Frente a hecho tan escandaloso, el autor consideraba que España no había variado en su política incivilizada de considerar a los cubanos como lo hicieron contra los primeros nativos de la isla los conquistadores Diego Velázquez y Hernán Cortés.
Para el publicista oriental negar a los negros sus derechos al voto constituía una gran injuria. En tal sentido, acusaba: “Por razones étnicas se insulta a la raza de color, juzgándola indigna del goce de la vida legal, y a todos se nos coloca fuera de la comunión de derechos”.
El gobernador de la provincia de Oriente, brigadier Juan Kindelán, ordenó recoger el periódico El Triunfo y encarcelar a su director Eduardo Yero. El abogado Francisco Sánchez Echavarría gestionó su libertad bajo fianza, la que fue satisfecha 11 días después, debiendo pagar mil pesos.
Desde el 25 de julio de 1890, en que el general Maceo regresó a Santiago de Cuba, contó con la entusiasta colaboración del periodista Eduardo Yero, pudiendo ambos compartir sus puntos de vistas. La fecha del alzamiento armado fue fijada para 8 de septiembre de 1890, secundado por hombres de la talla de los generales Guillermo Moncada y Flor Crombet, el coronel Francisco Leyte Vidal y los tenientes coroneles Quintín Banderas y José Manuel Capote Sosa, entre muchos otros.
Pero a fines de agosto de ese año, el nuevo capitán general Camilo García de Polavieja expulsó a Maceo de Cuba y mandó a vigilar a todos sus amigos. Por eso, sobre Yero se ensañó el enemigo, sin permitirle sacar a la luz su periódico.
En marzo de 1891 recibió una carta del general Maceo, en la cual le pedía que saliera hacia el exilio, por temor a que fuera encarcelado o peor, que fuera muerto. En esta misiva le alertaba: “Lo más importante en este momento para usted es que pase lo más pronto posible al exterior, sobre todo a la ciudad de Nueva York, donde se le espera con la esperanza de que, con su talento y honradez, brinde impulso a la obra de la Revolución”.
Sin embargo, Yero se mantuvo en Santiago de Cuba, afrontando todos los peligros. Entre 1891 y 1892, publicó sus trabajos en el seminario santiaguero El Álbum, dirigido por Manuel Yero Sagol. El 2 de abril de 1893, integró como vocal el Comité Provincial de Oriente del Partido Liberal Autonomista, para de este modo poder actuar, aunque siempre le animaron sus sentimientos independentistas.
DESDE LAS TRINCHERAS DE PATRIA
Una vez estallada la Guerra Necesaria, el 24 de febrero de 1895, quiso marchar al campo de batalla, sostener con el brazo armado lo que había defendido con su pluma. Pero, perseguido por las autoridades colonialistas tuvo que marcharse a Santo Domingo.
Fracasado en varios intentos expedicionarios para regresar a luchar a Cuba Libre desde Jamaica y Estados Unidos, en febrero de 1896viajó a Nueva York llamado por el Delegado del Partido Revolucionario Cubano y ministro plenipotenciario Tomás Estrada palma. Entonces asumió como secretario personal del destacado político bayamés.
Empezó a colaborar en el periódico Patria, que dirigía Enrique José Varona y editaba Sotero Figueroa Fernández. El 25 de agosto de 1897, en el número 318, apareció como como editor responsable Eduardo Yero.
En diciembre de 1897, el intelectual Sotero Figueroa, editor de la Revista de Cayo Hueso, escribió sobre Eduardo Yero: “Fue orador, y revolucionó al pueblo con su oratoria nerviosa, sin pompas retóricas, pero clara e inflexible como el carácter que le había formado el cautiverio tan cruel como prolongado que había sufrido”.
Reconoció su labor como periodista que arremetía contra el despotismo español, contra los empleados ladrones, contra los reaccionarios impenitentes y contra todo lo que no se amoldaba a los principios de libertad y justicia que él sostenía desde la extrema izquierda del partido liberal de la colonia.
En otra porción del trabajo subrayaba: “En el Ayuntamiento de Santiago y en la Diputación provincial, supo defender el derecho de sus poderdantes, y se hizo temible a las autoridades españolas por la pasión y entereza con que combatía, así como por la aureola de popularidad que supo ganarse. Las cárceles y las multas no domaron su indómita rebeldía; antes al contrario, eran incentivos a sus bríos de batallador”.
En el majeo del importantísimo periódico independentista estuvo hasta el 28 de septiembre de 1898, en que salió para Cuba, una vez libre de la dominación española.
EL MINISTRO HONRADO
En Oriente fue nombrado presidente de la Junta de Educación, donde fundó una treintena de escuelas primerias y secundarias.
El 20 de mayo de 1902, integró el gabinete de Tomás Estrada Palma como ministerio de Instrucción Pública, pero por renuncia de Diego Figueredo tuvo que asumir interinamente también el de Gobernación.
El 1º de diciembre de 1902 fue nombrado en Instrucción Pública Leopoldo Cancio Luna, quedando oficialmente en Gobernación. En este puesto se mantuvo hasta el 6 de marzo de 1905, en que renunció por problemas de salud.
Eduardo Yero fue un patriota valiente, digno y entregado a la causa de la libertad y la justicia social, quien no buscó honores ni títulos, sino, sencillamente, cumplir con su deber de combatiente revolucionario. Sin dudas, es una vida que exige conocerla mejor para apreciar el grande y excepcional ser humano, patriota y periodista que fue.
FUENTES: Enrique Trujillo y Cárdenas: Álbum de El Porvenir (1895); Eduardo Yero: La Voz de Caín. Cartas abiertas a Rafael Montoro (1896); Enrique Ubieta: Efemérides de la Revolución cubana (1920);
Luis García Pascua: Entorno martiano (2003); y
César García del Pino: Mil criollos del siglo XIX (2013).