
Jamás pensó aquel niño llamado Carlos Manuel Martí Santos, acostumbrado a ver lomas y ríos, en su natal San Pablo de Yao, actual territorio de Buey Arriba, que algún día se convertiría en referente nacional de la pelota.
“Menos mal que mis abuelos me trajeron para Bayamo cuando era un muchachito y que después vino la Revolución, porque yo estaba destinado a poner herraduras, a andar en mulos o a trabajar duro en el campo”, me ha dicho varias veces este hombre que, contrario a lo que muchos piensan, es amante de la broma y las ocurrencias.
Fue jugador de fútbol en sus inicios y después intentó ser lanzador, pero en niguna de esas facetas
encontró la gloria. Sin embargo, a su paso por el “Fajardo” -entonces Escuela Superior de Educación Física (ESEF)-, en La Habana, comprendió que quería ser director de equipos.
Varios de sus profesores, como los reconocidos Juan Ealo, René Massip y Nelson Ciero, influyeron mucho para que él se enamorara perdidamente del béisbol y se olvidara de la lejanía del hogar.
“Yo solo venía dos veces a la casa al año y aquel sacrificio me llevó a estudiar mucho y a intentar superarme”, ha comentado en más de una ocasión.
Tampoco imaginó aquel niño de las serranías que levantaría seis títulos en Cuba: una selectiva con Orientales (1981), cuatro series nacionales con Granma (2017, 2018, 2021 y 2022) y una Liga Élite con Agricultores (2023).
Este último lo conquistó cuando su retirada de los terrenos de béisbol, “está al doblar de la esquina”, como él mismo dice y después de haber guiado a los suyos a la primera remontada en una final con un adverso 1-3.
Carlos tuvo su primera incursión en series nacionales con solo 27 años, en 1976, con Serranos (17-20) y a la campaña siguiente debutó con Granma, selección a la que ha guiado en 33 campañas, con saldo de mil 250 victorias y mil 125 derrotas, contando los play off.
“Era un muchacho lleno de ímpetus, que miraba la pelota con un prisma muy distinto al de hoy. La diferencia es abismal, ahora soy mucho más calmado aunque esté hirviendo por dentro”, me ha comentado sobre aquellos inicios en los que se jugaba un béisbol diferente, un poco “más artesanal”.
No olvida que cuando se fue a Santiago y le confiaron la dirección de equipos saltaron varios escépticos porque él era un joven sin experiencia, pero en una reunión previa a la serie el Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosque pronunció una frase que el timonel granmense todavía conserva en la memoria: “Con esa edad nosotros hicimos la Revolución”.
Uno de los hechos más sorprendentes en la carrera de este hombre, nacido el 16 de febrero de 1949, es que en 2014 volvió al puesto de mentor después de una complicada intervención quirúrgica en un riñón -en agosto de 2013-, que lo tuvo entre la vida y la muerte.
“Hubo personas que me aconsejaron que no lo hiciera, gente querida, de la familia sobre todo. Siendo honesto, nunca pensé dirigir de nuevo, pero me arriesgué”, reveló en una entrevista.
También asombra que haya llegado a cinco finales y haya salido triunfador en todas, una proeza solo escrita por él. Como si fuera poco, es el tercero en la historia de nuestros campeonatos que gana la serie nacional y seguidamente un torneo extra. Anteriormente, lo hicieron el pinareño Jorge Fuentes (1982 y 1988) y el villaclareño Eduardo Martín (1983).
Conocedor de que tiene detractores, piensa más en las incontables personas que le dan apoyo y lo saludan por las calles de Bayamo y el resto del país. Muchas, incluso, le han expresado que debía estar al menos en el cuerpo técnico de Cuba para el V Clásico Mundial.
“No te puedes detener en los que te ofenden, que son la minoría. En definitiva, me he dedicado a mi trabajo, con respeto. Cada persona puede opinar con sus argumentos, yo he tratado de ayudar modestamente a mi provincia y a mi país”, dice este manager, quien solo ha dirigido dos veces el equipo nacional (2017, en el IV Clásico Mundial y 2018, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe).
No obstante, supo ganar un mundial juvenil (2004) y pelear con el segundo equipo de Cuba en la Copa Intercontinental de 1999, celebrada en Australia, donde alcanzó la medalla de plata.
“Es muy bonito representar al país y siempre digo que es rico viajar cuando no debes poner un centavo, como en el caso de Cuba. Honestamente, también digo que mi meta no está en el viaje, trabajo para el béisbol y para mi provincia”, me dijo en una ocasión.
En cada entrevista, menciona a Amada, su adorada madre, quien tiene 97 años y solo puede ver los partidos a ratos, porque los nervios la atacan. También se ha referido a la paciencia monumental de Adis Sánchez Maceo, su esposa durante 42 años, puntal en los momentos más complicados. Y ha hablado de la pasión de María y Beatriz, sus hijas de 36 y 27 años.
Conversador consumado, defensor de la sinceridad siempre, discutidor de las “orientaciones sin sentido”, Carlos Manuel Martí Santos merece la oda y la reverencia, no solo por los títulos o su dedicación extrema, también por sus dones de caballero, cultivados a lo largo de estos casi 74 años.