El mundo de Rafael

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Por Dayami Monges Corrales | 20 abril, 2024 |
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Mildrenis y Rafael/ FOTO cortesía de la entrevistada

Mildrenis recuerda que, hasta los 18 meses de vida, su niño tuvo un desarrollo satisfactorio. Luego de diagnosticarle el Trastorno de Espectro Autista (TEA), notaron ciertos comportamientos no tan comunes en el resto de los pequeños.

Al ingresar al círculo infantil, Rafael Ojeda Basulto, hijo de Mildrenis Basulto Segura, se mostró diferente a sus compañeritos. Así empezó un largo proceso que los involucra, a él y a la madre, hasta la actualidad.

“A los 16 meses de edad, comenzó en el círculo y vimos que se aislaba del resto, no jugaba en clases, no cumplía órdenes sencillas ni decía adiós con la mano, algo común para su tiempo. Al llamarlo por su nombre no contestaba, como si tuviera problemas auditivos. Lo llevamos con especialistas y, a pesar de descubrirle una hipoacusia, el médico dijo que no era la causa de su estado”, explica Basulto Segura.

“Por medio de amistades, asistimos a la consulta que vincula a Salud Pública y Educación, allí encontramos un equipo multidisciplinario encabezado por un psiquiatra, lo atendieron, consideraron la posibilidad del autismo; luego lo confirmaron. Desde el primer instante, fue de gran ayuda el apoyo de la escuela y los especialistas”, ratifica la progenitora.

Rafael es el único hijo de Mildrenis y su esposo. Ella tenía 20 años y comenta que no resultó fácil adaptarse a la nueva realidad. Al referirse al proceso de aceptación, por el cual atraviesan los padres de infantes en situación de discapacidad, expresa: “No es sencillo”.

LA MAESTRA MARÍA

María del Carmen Méndez Torres inició la vida laboral en el centro de corrección para menores con trastornos de la conducta social, años después se trasladó hacia la escuela de enseñanza especial, cuya edificación acoge  hoy al seminternado Félix Varela, de Bayamo. Allí  enfrentó por primera vez un caso de TEA, se enamoró del trabajo, como maestra al fin, y en la institución educativa Ernesto Che Guevara, se especializó en esta área.

María del Carmen Méndez Torres/ FOTO cortesía de la entrevistada

“Al incorporarme a la enseñanza especial, me sensibilicé, los niños autistas necesitan más amor. Los logros que he alcanzado me satisfacen, ellos socializan, leen, juegan; tratan de salir adelante”, afirma María del Carmen.

“Ahora tengo tres niños y los veo como mis nietos, debido a su edad. Ellos ennoblecen el alma de cualquiera que interactúe a su alrededor. La enseñanza especial es una obra de infinito amor, asegura la maestra de Rafael.

“La regulación de la conducta de mis estudiantes me cuesta trabajo al principio, pero es parte de su diagnóstico. A través de las actividades recreativas, los incluyo en la sociedad, y leen, se comunican”, explica Méndez Torres.

El autismo, trastorno que afecta la interacción social y la comunicabilidad en algunos niños, requiere de gran sensibilidad por parte del núcleo familiar, los educadores y la sociedad.

Contrario a lo que algunos afirman, no se origina por el consumo excesivo de televisión o dispositivos móviles, aunque eso influye. Algunas valoraciones médicas, como un estudio realizado en el año 2023 por investigadores del Hospital Psiquiátrico de La Habana y la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, plantean la posibilidad de una afectación al desarrollo del cerebro, durante las primeras semanas del crecimiento fetal.

Cuba fomenta la inclusión, a partir de las consultas en el área de salud, para prevenir cualquier tipo de trastorno, además, facilita a los tutores legales el seguimiento ante una anomalía y sospecha.

No obstante, la enseñanza especial acoge a sus educandos hasta los 18 años de edad, y se organizan programas de inclusión laboral, en los cuales pueden desarrollar las habilidades adquiridas en tales instituciones.

Rafael, ejemplo de lo diverso en nuestro entorno, nos enseña a apreciar la vida desde una óptica inclusiva, porque requiere de un ambiente de amor, del delicado equilibrio entre la aceptación y el respeto de la sociedad.

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