El punto cadeneta de Claudia (+ fotos)

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Por Dayami Monges Corrales | 3 junio, 2023 |
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FOTO cortesía de la entrevistada

En la vida hay aptitudes que, a veces, resultan de una herencia vibrante más allá de la sangre o de un ambiente de superación cíclica; en el caso de Claudia Ocaña Brito es una mezcla de ambos sentidos, por estas razones la habilidad para la costura llegó a sus manos y estalló con gracia.

Claudia es una joven bayamesa de 24 años de edad, menuda, simpática cuando la conoces, imponente si es la primera vez que interactúas con ella. Le gusta crear, porque ese fue el ejemplo en el cual se apoyó mientras crecía, bajo la sombra del pincel de su papá, el artista de la plástica José Roberto Ocaña Brito.

Algunos consideran que, por ser hija de un exponente de la cultura local, pudo manifestar desde una cuna complaciente sus talentos; sin embargo, ella recuerda todo lo contrario.

“Mientras cursaba la enseñanza primaria, nos mandaron una tarea en la cual debíamos pintar un tocororo; mis compañeros llevaron dibujos excelentes, pero se los hicieron sus padres. Mi papá me sentó tres días con una hoja y un lápiz, hasta que saliera el esbozo del ave nacional. No fue sencillo, él es muy perfeccionista, pero fui la única con un trabajo propio”.

Entre Claudia y su papá hay dos enlaces, que a su vez, son musas de inspiración y le dan tregua a las discrepancias de estos artistas; ellos son Evangelina Brito Álvarez y Gabriel Ocaña Brito, madre y hermano de la joven, esposa e hijo del pintor, respectivamente.

“Mi hermano es un muchacho reservado, pero con un sentido crítico de la realidad, sabe cómo expresarse para darte un consejo, para señalar lo incorrecto o reconocer algo hermoso; mi mamá es la balanza, sabe equilibrar todas las cargas y corre, con el mismo paso, para cada uno de nosotros”.

Claudia no viste similar a otras jóvenes de su tiempo, ni ahora ni antes, por ese motivo desde pequeñita se refugió en el ruido de la máquina de coser y en el movimiento de los pies de su abuela Cuca, allí desarrolló la habilidad de remodelar prendas.

“Tenía diez años cuando tomé mis uniformes, fui a la máquina y los reparé. Desde entonces no se los ofrecí a nadie más, me gustaron tanto que me convertí en mi propia costurera; luego incursioné en otros proyectos y mi abuela me aconsejaba, aún lo hace”.

La pasión de Claudia también se enfoca en una bata verde y bisturís. Quiso ser cirujana siendo muy niña, aunque en quinto año decidió, debido a problemas familiares, solicitar una licencia y puso freno temporal a la vocación. “Aspiré a ser médico siempre, es mi sueño y lo voy a lograr”, afirma. En septiembre próximo se reincorporará a la formación como galeno.

FOTO cortesía de la entrevistada

En la costura comenzó por sus ideas, luego la familia y amistades, hasta la creación de un perfil en Facebook e Instagram. Desde estos sitios expuso realizaciones con un sello joven y renovador.

“Las primeras piezas eran prendas en desuso o que ya no resultaban funcionales, luego vinieron mis amigas y se expandió el rumor, hice varios modelos; me encanta crear con lo que tenga a mi alcance, es un poco complejo obtener telas vírgenes.

“En la Fiesta de la Cubanía del pasado año me pidieron hacer un desfile de modas, esta oportunidad se la agradezco a mis padres y a la directora del Fondo de Bienes Culturales de la provincia. No estaba preparada y en tres semanas tuve que confeccionar ocho diseños, pero salió.

FOTO cortesía de la entrevistada

“Ese día fui un mar de nervios, el grupo de modelos se formó con algunas de mis compañeras de la Facultad de Medicina, muy talentosas. Además, tenía una prenda para un hombre que la lució mi novio, Antonio de León Cedeño, quien quiso apoyarme y fue increíble. El maquillaje lo hizo mi amiga Kamila Acosta Oduardo, que es toda una artista en esta tarea”.

Como todo creador, tiene confecciones a las cuales considera sus favoritas. Ella recuerda con cariño las de María Alejandra Berdú Chacón, una de sus más fieles seguidoras, aunque expresa: “Mis predilectas son un vestido que le hice a mi mamá desde cero, y una falda negra con abertura en el costado, para una periodista”.   No pude evitar la sonrisa, porque se trata de un conjunto que descargué de Pinterest y ella confeccionó.

“La costura es un buen negocio. En esta época de reposo aparente me ayudó mucho con los gastos, aunque también es un arte y no fluye igual en quienes desarrollan el oficio. Para obtener los hilos, elásticos y telas, por ejemplo, he tenido que importarlos o viajar a La Habana. En dependencia del costo de los materiales,  es el precio de mis trabajos. Cuando sea médico me gustaría llevar ambas cosas a la par”.

Mientras Claudia se debate en las motivaciones futuras, entiende que en su vida un evento sucede a otro, hasta quedar unidos como en el punto cadeneta que, en la infancia, le enseñó la abuela.

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