
El Triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959 fue un hecho que estremeció a toda Cuba, pues jóvenes barbudos tomaban la dirección del país y se proponían cambiar el presente y el futuro de un archipiélago, que desde hacía mucho tiempo luchaba por su libertad, pero desgraciadamente no había logrado concretarla.
La Ciudad Monumento Nacional, como toda la nación, festejó la huida de Batista y sus más cercanos compinches, y celebró la victoria de los hombres de verde olivo comandados por Fidel Castro Ruz.
Sobre este hecho La Demajagua dialogó con Ludín Bernardo Fonseca García, historiador de la capital granmense.
“El Bayamo de finales de 1950 muestra grandes contrastes, porque había sectores de la sociedad disfrutando una gran bonanza y otros muy marginados.
“Existían analfabetos, personas sin asistencia sanitaria, y padeciendo otros males denunciados por Fidel magistralmente en La Historia me Absolverá.
“Era una urbe de pensamientos divididos, porque si había personas que anhelaban un cambio y discrepaban con la situación existente, otras estaban muy a gusto con la política seguida por Batista desde 1952.
“Entre las corrientes políticas a favor del dictador nos encontramos fundamentalmente a la burguesía, y entre los detractores del régimen a los jóvenes, estudiantes, obreros y personas que vivían en el campo sin ningún tipo de propiedad sobre la tierra y sumidos en la más extrema pobreza”.
Un aspecto destacado por el investigador es que la Ciudad Antorcha durante la guerra de liberación no fue escenario de grandes batallas y combates, pero eso tiene su explicación histórica.
Bayamo era el centro de aprovisionamiento de la Sierra Maestra. Desde aquí se brindaba apoyo a quienes llegaban para incorporarse al Ejército Rebelde y se contribuía, además, con el suministro de armamentos, medicinas y avituallamiento a los barbudos.
Por eso el papel desarrollado por los nativos fue de gran importancia, pues esta era la principal vía para hacer llegar recursos a las montañas. El apoyo se hizo no exento de peligros y riesgos, porque en este terruño radicaba el Puesto de Mando o Centro de Operaciones del ejército batistiano para contrarrestar las acciones rebeldes.
Debido al rol desempeñado la alegría inundó los hogares de los hijos de esta tierra el 1 de enero de 1959. La victoria era en parte consecuencia de la colaboración de los pobladores de esta zona al Ejército Rebelde, que bajó victorioso de las serranías granmenses a liberar los principales pueblos y ciudades del país.
“El primero de enero se vivió un gran entusiasmo y las personas salen a la calle mucho antes de llegar el líder guerrillero, porque ya la población intuía el triunfo y la rendición de las tropas de Batista”.
FIDEL EN TERRITORIO GRANMENSE
Venían de Santiago de Cuba con un júbilo contagioso que no les cabía en el pecho, derivado del tan anhelado Triunfo Revolucionario.
Llegaban a la segunda villa el 2 de enero de 1959 los barbudos de la Sierra Maestra, esos que escribieron numerosas páginas de heroísmo y valentía en las montañas del oriente cubano.
En su trayecto, encontraban personas que salían a la carretera para saludar a los protagonistas de la liberación definitiva de la mayor de las Antillas.
Fidel, al frente de la Caravana de la Libertad, habla con la gente en cada parada. Con la voz apagada, ronca, después aclarada, expresa palabras sentidas en un diálogo de futuro, progreso y transformaciones.
La operación se realiza con sumo cuidado, pues aquí quedaba la mayor guarnición del ejército batistiano en Oriente, sin rendirse todavía, con alrededor de 2 mil 500 soldados, además de tanques y artillería.
Los guerrilleros y jefes del Ejército Rebelde se detienen en Cautillo y allí efectúan la reunión con los oficiales de la dictadura, los cuales inclinan las banderas del belicismo y entregan las armas.
Quienes observaron en esa fecha al Comandante en Jefe distinguieron cómo en la medida que se aproximaba a la gloriosa urbe, evocaba con intensidad a los jóvenes de la Generación del Centenario que bajo su dirección atacaron, el 26 de julio de 1953, la plaza militar bayamesa.
Nuevamente ondeaban las banderas de la independencia y esta ciudad tuvo el privilegio, al entrar Fidel, de ver a otro emancipador ganándose la simpatía del pueblo como lo hizo Céspedes en octubre de 1868, cuando liberó y entró victorioso a Bayamo.
Cuando el Comandante en Jefe llega a la ciudad de los coches no cabían las personas en la plaza de la Revolución para verlo y escucharlo. Al pasar por el costado la melodiosa Marcha del 26 de Julio es ejecutada por la banda de música, la cual interpreta la primera versión para ese formato instrumental de esa composición memorable.
Sobre este particular Fonseca García refiere que fue un momento de fiesta y algarabía. El ámbito histórico de esta urbe debió haber emocionado mucho al ídolo de Birán, aunque existe poca documentación sobre sus palabras aquí.
“Los bayameses recibieron con vítores a los vencedores de un ejército autoproclamado inexpugnable y que a la postre fue derrotado. Entre las actividades cruciales desarrolladas para consolidar la victoria, destaca la mencionada reunión de Cautillo, gracias a la cual se logró poner fuera de combate a los miles de efectivos acantonados en este territorio”.
LA IMPORTANCIA DE ARRIBAR A BAYAMO
Entre los objetivos del líder rebelde estaba impedir -con el arribo a la Ciudad Monumento Nacional- que las fuerzas del régimen establecidas en Holguín y Manzanillo se trasladaran a Santiago.
Aquí debían tomarse el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, la estación de policía, la emisora de radio, además de asegurar la protección de los bancos, la destrucción de puentes y pasos a nivel.
Bayamo, era sin dudas, una plaza estratégica para ir extendiendo la victoria rebelde por todo el archipiélago, y un sitio clave para impedir la renovación de las fuerzas contrarias y evitar cualquier intento de arrancarle a los barbudos el triunfo revolucionario que proclamaron desde Santiago.
Los nativos, aún impregnados de júbilo y fervor patriótico, despidieron al día siguiente al ídolo de Birán y sus hombres, quienes dejaban tras de sí a otro pueblo liberado, pero no era cualquier territorio, era el Bayamo incendiario, el lugar místico y heroico donde por primera vez en todo el territorio nacional, se escucharon las notas sublimes del himno que nos llama eternamente al combate.