
Mientras más pesada es la maquinaria, más hábil es Elusidio Miguel García Balanqué al volante. Los años de experiencia sobre moles de hierro que a su paso derriban y transforman, consolidaron la destreza con la cual abre caminos.
“Comencé empírico, pero lo mismo que yo hago ahora: enseñar, lo hicieron conmigo los operadores viejos, a quienes agradezco hoy. En la medida que fui trabajando con ingenieros, topógrafos, comisiones de estudio, adquirí más conocimientos y actualmente soy operador A. Manejo cualquier equipo y puedo hacer tareas de construcción u obra ingeniera al servicio del pueblo”.
No hay quien le haga cuentos de cómo maniobrar esos medios. En 40 años de experiencia, ha visto casi todo, hasta el buldócer de excavación Shantui, de tecnología china, que hoy cuida como joya.
“Soy uno de los beneficiados por la adquisición de modernos equipos, como parte del proyecto internacional Mi Costa, financiado por el Fondo Verde para el Clima, para la resiliencia al cambio climático en la zona costera de Manzanillo, mediante la adaptación basada en ecosistemas.
“Ciertamente es radical. Antes de incorporarme a esta labor andaba en uno descapotable, en el que me exponía a la nocividad del ambiente. Ahora el equipo es moderno, computadorizado, hermético y con climatización. Ya puedo entrar adonde haya pica-pica, mosquitos, abejas… y no me harán daño.
“Humaniza la faena, y puedo hacer más. Aunque estoy acostumbrado a largas jornadas, con estas condiciones, mi cuerpo, de 59 años, puede resistir 12 horas y más”.
Este manzanillero acumula una extensa trayectoria en Comunales, la Empresa de la Construcción Ecoai 4, Azutecnia y, recientemente, en la Unidad empresarial de base Conservación de la Empresa de Flora y Fauna Cocodrilos, con sede en la segunda urbe en importancia de Granma.
“Aquí me jubilo. Me faltan cinco años, pero las fuerzas y mi buldócer pueden ayudarme a entregar un poco más a este propósito de recuperación ecológica”, asegura con la jovialidad que le caracteriza. “En apenas cuatro meses ya somos uno, lo conozco al dedillo y lo cuido”.
La complicidad de Elusidio con su máquina es típica de quien ama lo que hace. “Cuando comencé aquí, nos explicaron que estábamos perdiendo los bosques, las áreas verdes alrededor de las costas, y me enamoré de la idea de realizar cuanto esté a mi alcance para repoblar y recuperar la riqueza natural de estos ambientes.
“En el tiempo que dispongo, haré mi parte, y ayudaré a preparar a los jóvenes en pro de asegurar la sostenibilidad de este diseño para la resiliencia climática, que se extenderá por 30 años”.
Con dinamismo y agilidad sube al SD13 y lo pone en marcha. La pieza delantera se mueve en señal de acción. Las esteras o cadenas sin fin hoyan la tierra y dejan las marcas en el terreno, como lo ha hecho Elusidio en cada lugar donde ha aplicado la fuerza propulsora de gran potencia que tiene a su cargo.
“Estamos pasivos aún, pero, en breve, forjaremos los viales de acceso para que el resto de las maquinarias del proyecto y sus protagonistas lleguen a los sitios de intervención de Mi Costa en Manzanillo.
“El único que puede entrar allí soy yo, porque el marabú, aunque es zona de costa, se gobierna. Pero lo vamos a aniquilar. El marabú y los bejucos han invadido áreas importantes del manglar, que tenemos que recuperar.
“No será difícil, tal vez peligroso, porque vamos a trabajar en humedales y áreas de escasos cimientos. Pero con precaución se hará, basados en los conocimientos y la experiencia, para no quedarnos atascados, y pronto haya un nuevo verdor creciendo” en las cerca de mil hectáreas desprovistas hoy de las especies que aseguran la vitalidad de esos ecosistemas.
La confianza en sus habilidades y en su aliado, el buldócer, permiten a García Balanqué asegurar el éxito de su tarea. “Desbrozaremos, haremos caminos, cunetas, canales de desagüe para garantizar el paso pluvial, y ayudar al importante flujo y reflujo de las aguas dulce y salina en el manglar.
“Además, acondicionaremos las bufalinas, y áreas de reserva ecológica asociadas a la conservación en los municipios de Yara, Manzanillo y Campechuela, que también atendemos”.
Añadirá nuevas anécdotas a las acumuladas en cuatro décadas de romper espesuras al sol, fuera de casa, como parte de brigadas encargadas de eliminar malezas y construir caminos y carreteras en terrenos sólidos.
“Estoy confiado en que, como las anteriores, será una oportunidad para crecer y aprender. Como lo hice en todo este tiempo, incluidos los seis años que estuve en Angola, primero, de 1985 a 1987, y luego, 22 años después.
“En la última ocasión, contribuí a reconstruir lo que se destruyó durante la guerra. Participé en las obras de los aeropuertos de Cuito Cuanavale y N´Dalatando, en Cuanza Norte, y de una carretera. Allí también fui instructor de los angolanos, para que aprendieran cómo conducir los camiones y manipular estos equipos pesados.
“Por tanto, hoy estoy en la total disposición de aportar mis saberes a los que continuarán haciendo brechas en los montes y manglares para revertir el daño y ayudar con fuerzas humanas a la naturaleza”.
Consagrado permanece Elusidio Miguel sobre el buldócer. Sigue dando riendas a lo que llama “mi sueño, porque son 40 años arriba de estos voluminosos compañeros”. En la escalada, en la cabina, mientras desbroce, proseguirá abriendo senderos climáticos y aferrado a la perspectiva de que “no habrá obstáculo que se resista”.