Erislandy Álvarez: toca la gloria con sus puños

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Por Leonardo Leyva Paneque | 7 agosto, 2024 |
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FOTO Kiko Huesca (EFE)

Las victorias siempre son bienvenidas, aunque no todas se celebran igual, ni mucho menos tienen el mismo significado. En cambio, cuando se trata de una batalla de tú a tú, en la que ningún contrario tira la toalla. Esas, nunca se olvidan.

Como que casi le fuera la vida, dándolo todo y sin dejar reservas, este miércoles, el boxeador cubano Erislandy Álvarez disputó la final de los 63.5 kilogramos, en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Sin complejo alguno enfrentó a su más enconado adversario, el francés, Sofiane Oumiha. Nunca abandonó la filosofía con la que había llegado hasta aquí: de que para ganar y convencer sobre el cuadrilátero, hay que tirar, sobre todo, cuando se cruzan guantes con un rival como Oumiha.

Por eso, siempre salió en su búsqueda, a proponer pelea e intercambios al tres veces monarca del orbe y plateado en Río 2016. Cada centímetro cuadrado del encerado fue testigo de su empuje, a pesar de la multitud que coreaba a su ídolo. Y el cienfueguero terminó convenciendo.

Erislandy tampoco necesitó el voto de los cinco jueces, como en tres de sus cuatro combates anteriores (ganó el primero por RSC); pero el triunfo por decisión dividida (3-2) le sirvió igual para coronarse en su estreno bajo los cinco aros y tocar la gloria con sus puños.

La victoria, además, le supo a revancha, tras desquitarse del revés sufrido en el Campeonato Mundial del año pasado, en Taskent (Uzbekistán), también en la disputa del título.

Asimismo, pudo cargar con otro peso enorme, el de la única esperanza dorada del boxeo de la Mayor de las Antillas en la capital de Francia. Y no defraudó a quienes, desde su Cienfuegos y toda Cuba, siguieron apostando a él.

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