El 8 de noviembre de 1940 falleció el escritor Alfonso Hernández Catá, quien nació en Aldeadávila de la Ribera, Salamanca, España y cubanizado por su extensa obra narrativa desarrollada en la Mayor de las Antillas, durante las primeras décadas del siglo XX.
Subsistió como aprendiz de carpintero, estudió idiomas, trabajó como traductor, aprendió psicología e historia y trabajó como lector de tabaquería.
Adquirió la nacionalidad cubana en 1907, cuando publicó su primer libro, Cuentos apasionados, que tuvo un gran éxito en los lectores. Se casó entonces con Mercedes Galt, de la que tuvo cinco hijos. Trabajó en el Diario de la Marina y La Discusión, periódicos que llegó a dirigir, y colaboró con Gráfico, El Fígaro y Social.
Como escritor tuvo un estilo crítico y especulativo, y mostró un espíritu cosmopolita al que atraían los temas sensuales y decadentes. Para Catá la verdadera causa de la crisis del mundo hispánico estaba en la apatía y en la exclusión, dos caras de la falsa misericordia.
En 1909 inició su carrera diplomática como cónsul cubano de segunda clase en El Havre, y después lo fue en Birmingham (1911). Dos años después fue nombrado cónsul en Santander y estrenó en colaboración con su cuñado Alberto Insúa.
Su primera pieza teatral, el drama romántico en tres actos El amor tardío, solo pudo representarse en abril de 1915, en el Teatro de la Princesa de Madrid por parte de Margarita Xirgú.
Hernández Catá ejerció, además, la diplomacia como representante de Cuba en numerosas naciones. También colaboró con distintas publicaciones de la época e incursionó en la creación de obras de teatro.
Fue periodista, escritor, dramaturgo y diplomático hispanocubano y uno de los más reconocidos narradores de la Primera Generación Republicana de Cuba, cuyos cuentos y novelas fueron traducidos a numerosos idiomas.