
Desde intrincados parajes de la Sierra Maestra llegan los niños hasta el internado Esteban Gallardo de la comunidad rural La Estrella, a más de 12 kilómetros de la cabecera municipal de Buey Arriba, para viajar por el universo de los libros y el aprendizaje.
No importa cuán lejos estén sus hogares, bajan del lomerío hasta la escuela en mulos o a pie desde Las Cuarenta a más de 25 kilómetros del centro educativo, desde Pinar Arriba o La Estancita cerca de Platanito, parajes intrincados de la serranía. Son siete los estudiantes que pernoctan durante toda la semana en la escuela convertida en hogar, que los abriga con el cuidado y preocupación de los trabajadores.

Cuenta Paula Moreno Meriño, directora del internado, que tienen todas las condiciones para que su estancia sea agradable y segura. “Cuando hay apagones, las cuidadoras y el custodio encienden sus celulares y linternas para que no queden a oscuras y los entretienen con juegos y cantos”, añade.
“La alimentación es balanceada, tienen además de la comida y el desayuno, la merienda y los trabajadores apoyamos para reforzar el menú. Además, tenemos un área de autoconsumo, donde cosechamos hortalizas y condimentos y también convenios con campesinos que nos aportan alimentos”, apunta.
GESTO SOLIDARIO DE UN CAMPESINO
Los niños que permanecen internos tienen garantizada la leche y el yogurt para su desayuno, gracias al gesto solidario del campesino y administrativo del centro Blas Domínguez y de su familia.

“A raíz de la situación con la leche en polvo había que garantizar el líquido y como aquí no hay casi ganado, entonces yo que tengo chivas y las ordeño para mi familia, decidí aportar a la escuela para la alimentación de los niños”, explica. “He donado más de 100 litros de leche y voy a continuar haciéndolo porque tengo las posibilidades y son niños de la montaña que viven lejos y se pasan toda la semana aquí lejos de sus casas”.
NIÑOS DE LA SERRANÍA TAMBIÉN VAN A LA ESCUELA
Chayanne Tumbeiro Mendoza, de quinto grado, y su hermanito de cuarto, llegan en mulo cada lunes junto a su mamá desde Pinar Arriba, intrincado paraje del lomerío ubicado a 10 kilómetros del plantel.

“Aquí, después que se van los demás niños para la casa, conversamos, vemos muñequitos, las tías a veces nos ponen música y bailamos”, expresa el niño. “La comida es buena y a mi hermanito lo ayudo si no entiende la matemática y hacemos la tarea por la noche. Mi mamá nos viene a buscar los viernes. A mí me gusta estar aquí, las tías nos quieren y juego con los niños”, dice, algo tímido, mientras deprisa regresa con sus compañeros al aula.
LA LUZ DE LA ENSEÑANZA

El internado Esteban Gallardo Medina, de la comunidad serrana La Estrella, en Buey Arriba, asume tres niveles educativos: la enseñanza especial con dos educandos, preescolar con seis y primaria con 41, atendidos por 15 docentes, auxiliares y otros trabajadores que conforman un equipo muy entregado a su sensible labor.
Más que una escuela es un hogar para los siete niños alojados durante toda la semana, otros nueve seminternos, algunos por situaciones económicas complejas, y otros porque viven a más de dos kilómetros; hasta para los trabajadores, incluidos maestros, que también residen lejos y reciben el servicio de alimentación.

La institución educativa sostiene positivos resultados en los indicadores de promoción, retención escolar y tiene una estrategia de aprendizaje bien estructurada, que le permite darle tratamiento a las necesidades cognitivas de cada alumno.
Por el amplio espectro que comprende asumiendo a niños de zonas distantes, mantiene una estrecha relación con la familia y las comunidades donde habitan, para así brindar una atención integral y garantizar así su aprendizaje.
