Es viernes y me dirijo hacia la casa. Llego a la terminal de ómnibus y por la cantidad de personas, me desoriento. Se acerca un muchacho con gafas oscuras y pantalón de estilo reguetonero, con un lenguaje que, si no fuera por las horas dedicadas al estudio del inglés y las canciones de Adele que adoro, no hubiera comprendido: “¿Qué te happen, baby?”. Tengo un car allá atrás, don´t worry, yo te llevo”. No pude disimular la sonrisa en mi rostro.
Situaciones como estas forman parte de la cotidianidad. La transformación del lenguaje, o como le gusta llamarle a mi profesor de Gramática, “la extranjerización del idioma”, es uno de los principales problemas que conduce a la decadencia del español.
¿Por qué emplear términos ajenos a nuestra lengua materna cuando contamos con más de 93 mil palabras, según la Real Academia Española? ¿Sentirse más “cool” es acaso la respuesta?
En pleno siglo XXI, con una sociedad marcada por el auge del inglés como idioma universal, tendemos a confundir términos y a emplearlos en diversos contextos como supuesta muestra de intelectualidad. “Good morning for todos”,” What`s up asere de mi life” o “Bye bye, mis queridos friends”, son expresiones que evidencian cuánto se ha perdido en este sentido.
No se trata de ser bilingües o incluso políglotas, lo cual es de admirar, me preocupan las frases hechas y mal pronunciadas que ganan popularidad con el transcurso de los días, amenazando, por mera tendencia, siglos de identidad y cultura. Somos hispanos y debemos expresarnos como tales.
Actualmente, nuestro país implementa acciones para fomentar el aprendizaje de los idiomas, principalmente en los jóvenes. Cursos de verano, materiales audiovisuales y clases personalizadas, son algunos de los ejemplos de mayor impacto social.
Es cierto que el dominio del inglés, como otras tantas lenguas, constituye una ventaja, tanto en el ámbito estudiantil como profesional, pero aboguemos por el uso correcto del lenguaje.