Estos son mis padres

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Por Redacción La Demajagua | 16 junio, 2019 |
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Ernesto Guevara junto a dos de sus hijos

Con motivo de la celebración en Cuba hoy, del Día de los Padres, La Demajagua les propone conmovedores poemas de destacados escritores granmenses.

ESTOS SON MIS PADRES

Por JUAN MANUEL REYES ALCOLEA

Pienso en mi padre

y lo pinto jorobado por los años

bendigo hasta  los regaños

que me diera con el cinto

Pienso en Che, padre distinto

y cuando en los padres pienso

pienso en Fidel,  padre inmenso

padre de mis albedríos

pienso en quien cayó en Dos Ríos

y en quien cayó en San Lorenzo.

 

Es padre el arriero Antonio

quien con el trueno del fuete

le sacó filo al machete

que ajusticiara al demonio

Juan Almeida es testimonio

de una paternal ternura,

Guillermón con su negrura

pintó mi cielo de azul.

Ellos son junto a Raúl

padres de nuestra cultura

 

UNA Y OTRA VEZ VUELVE MI PADRE

Por LUCÍA MUÑOZ

A la memoria de Luis Muñoz Valdés, mi padre.

 

Una y otra vez

vuelve mi padre

a la magia inasible

del recuerdo.

Una y otra vez

agoniza en el atardecer,

derribado por el tiempo,

quebrada  lanza,

perdida las fuerzas

en la batalla del vivir.

Una y otra vez

vuelve mi padre,

ensordecido tras el cristal

que no le deja ver la luz,

sentir el viento,

ni escuchar mi voz desesperada

para que no se rinda

el  bondadoso caballero.

En vano esgrimo mi escudo

de ilusiones

intentando ahuyentar

la que arremete a traición

y corta toda esperanza,

el hilo de vivir.

Una y otra vez

cubro sus ojos

con el velo de miel de la piedad

para que no vea

la terrible soledad que me aprisiona

en el desangrado atardecer.

 

MONÓLOGO SIN MI PADRE

 Por LUIS CARLOS SUÁREZ

Qué poco hablé con mi padre

qué poco le dije.

Guardadas palabras, gestos,

algún abrazo y su espera

en la timidez  retenido

por esas inhibiciones

llegadas de absurdos caminos.

Sin embargo,

le compré un  reloj redondo con cadena

de números grandes era ruso

por más señas plateado y no se atrasaba

y él procuraba ver la hora delante de mí.

Hoy conservo el chaleco tejido con su olor

que me protege del frío,

la madrugada de fiebre

en que se levantó callado

y puso su cara junto a la mía.

 

 

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