Cuba recuerda hoy la explosión del acorazado Maine, ocurrida hace 127 años en el puerto de La Habana, un suceso que sirvió como pretexto a Estados Unidos para intervenir en la guerra de independencia hispano-cubana.
El acorazado Maine, de la marina de Estados Unidos, arribó a La Habana el 25 de enero de 1898 y días después, en la noche del 15 de febrero, una detonación sacó del agua la mitad del buque, que terminó hundiéndose y causando la muerte a más de la mitad de la tripulación.
De los 328 alistados en la tripulación, en el siniestro perecieron 254 tripulantes y 6 oficiales. Más tarde fallecerían 6 tripulantes que estaban gravemente heridos.
Las causas de la explosión no quedaron claras en una comisión de investigación, pero la opinión pública estadounidense, intensificada por las proclamas violentas de la prensa amarillista estadounidense realizadas por William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, culpó a España.
España y Washington crearon dos comisiones independientes para investigar lo ocurrido, cada una llegó a conclusiones diferentes. Mientras que la comisión a española afirmó que el sobrecalentamiento del carbón almacenado en el Maine debido a las altas temperaturas de La Habana había producido la explosión, Estados Unidos apuntaron sus resultados a la explosión una mina española.
El presidente de los Estados Unidos, William McKinley, en el mensaje al Congreso señalaba que la verdadera cuestión era que “España ni siquiera podía garantizar la seguridad de un buque norteamericano que visitaba La Habana en misión de paz”.
El escenario creado por los medios, políticos y militares estadounidenses contribuyó a que la administración del presidente McKinley pidiera autorización al Congreso para terminar la guerra en Cuba, a la vez que solicitaba emplear, con esos fines, a las fuerzas militares y navales estadounidenses.
Como resultado de la derrota de España, el 10 de diciembre de 1898 se firmó el tratado de París, con el cual España perdió Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico y que fueron oficialmente entregadas a los EE.UU. por 20 millones de dólares.
El hundimiento del “Maine” cumplía la función de servir de pretexto a la intervención en el conflicto hispano-cubano y a la instauración de gobiernos cubanos que obedecían a las obligaciones de Washington, que declaró la guerra el 25 de abril de 1898.