Familia Fonseca Fonseca: producir para el pueblo

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Por Rodrigo Motas Tamayo | 20 mayo, 2025 |
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Israel Fonseca y Margarita Fonseca/ FOTO Rodrigo Motas Tamayo

Serpenteando entre caminos y arroyos se llega a la comunidad  de Altos de Jó  con el estómago revuelto y los brazos  tensos, de tanto agitarse  el vehículo en que se viaja, dadas las dificultades  de un camino que depende  de las inclemencias del tiempo (la lluvia o el sol), pero una vez allí la Sierra Maestra está  al alcance de la mano.

Con más de 200 casas y 500 personas, es el mayor Barrio del Consejo Popular que lleva su nombre en esa parte de la geografía rural campechuelera y donde radican alrededor de dos mil habitantes  de las  comunidades de San Antonio, Tana, Jíbaro, Brasil y El  Rayo.

Con una superficie de 62, 5 kilómetros  cuadrados, esa demarcación es inminentemente ganadera, agrícola y con frutales. Allí existen Cuatro consultorios del médico de la familia, siete salas de Televisión, ocho escuelas e igual número de bodegas, así como una cafetería y un sector de la PNR.

No obstante, lo más trascendental  de la zona es la familia y  al indagar con el delegado de la circunscripción  de Altos de Jó, éste enseguida aseguró  que la Fonseca Fonseca  sobresale entre las  productoras  de alimentos.

Una familia  sin miedo al trabajo

Con dos fuertes puntales, la estirpe Fonseca Fonseca destaca en la comunidad  por no tenerle  miedo al trabajo y ser  ejemplo de integración a las tareas  de la Revolución.

A sus 83 años, Israel Fonseca Fonseca  tiene  la satisfacción de  haber creado  una familia  con principios y valores, y sobre todo con amor  al trabajo. “Les enseñé a trabajar, surco a surco uno al lado del otro, dice  mientras  sus ojos  buscan el apoyo de su esposa Margarita Fonseca Fonseca, combatiente  desde  el 2019 por Resolución 2 del Ministro de las FAR.

“Lo considero un súper dirigente, trabajador,  ejemplo de las masas, porque ha sabido conducir a la familia por el camino revolucionario, manifiesta con orgullo  quien es jubilada, militante del Partido y participó como delegada de Campechuela  en el VIII  Congreso  de la Federación de Mujeres Cubanas.

“Muchas  veces  le peleo  porque son las  11:00 a.m y aún está dando azadón, y a su edad debe cuidarse”, dice la  mujer con ternura  en las palabras. Israel  la mira  y  en sus ojos  brilla la desaprobación.

“Nací enyugando bueyes, allá  en la Juba del Agua (Rio Nuevo) Alegría de Pio, sentencia. Mi papá  era carretero, vengo de familia  campesina y me  siento joven, y mientras sea así, no tengo  descanso”.

Palpo dos miradas que se cruzan cargadas de amor. Y entre el trinar  de un Totí Maisito desde los árboles del patio y el saborear una taza de café descubro una historia de compromisos y entrega.

Israel Fonseca Fonseca,  oriundo de Niquero, trabaja la tierra desde siempre y tras licenciarse del Servicio Militar,  llegó a Altos de Jó  a los 25 años. Graduado de técnico medio integral de ganadería, en la escuela  Victoria de Santa Clara, por  orden del Comandante  en Jefe Fidel Castro Ruz, quien los  reunió  en el ejército  y les propuso  estudiar  como necesidad del momento por la falta de profesionales.

“Aquí me desempeñé  como  jefe  del distrito ganadero y  luego presidente  del Consejo Popular  de Altos de Jò y La Gloria (1996 al 2002), mandato durante el cual logré 298  donaciones de  sangre. Fui además Delegado de la  circunscripción  37  por más de 15 años”.

Actualmente  es miembro  de la Dirección municipal de la Asociación  de Combatientes de la Revolución cubana  y atiende  este  Consejo Popular (con cuatro asociaciones  y 24 miembros).  Tiene las medallas Servicio Distinguido, Lucha contra bandidos y 60 aniversario de las FAR, 28 de Septiembre (CDR), entre otras. Es Capitán de la Reserva, y funge  como político del Consejo de Defensa en este Consejo Popular de Altos de Jó.

“Nos casamos  en 1973 y enseguida multipliqué  la familia: tres hijos. La hembra  vive en La Habana, es Licenciada del MININT, y los dos varones están aquí conmigo, en la finca. Ismael vive al lado y Yusmidel con nosotros. Aquí todo es programa alimentario”.

Se levanta del taburete y desde la puerta me señala el conuco del traspatio. Esa  es la hortaliza de mi esposa, para el autoconsumo y asistir al barrio: “ahora jubilado, multipliqué la finca. Traspasé todo a mi hijo Ismael, el conocimiento de la tierra”.

Producimos para el pueblo

“Contamos con dos hectáreas de pepino, calabazas, tomate, maíz y yuca;  media hectárea de caña, y  tres carreritas de millosorgo,  que  dan para  sembrar una caballería y posibilitará hasta  tres  cortes”, manifiesta Ismael. De ella se saca harina y  se hace chorote.

“Para las hortalizas tenemos cordel y medio, donde se siembra  lechuga, cebollín, ajíes, berenjena, remolacha, entre otras que son necesarias para el autoconsumo y la venta  a la población, lo cual se  realiza a través  de la UBP José  Martí.

“Contamos con tres yuntas de  bueyes, una novilla,  cinco caballos, ovejas, cinco chivos y más de una veintena de puercos,  similar  cifra de  gallinas, tres gallos; otro tanto de patos y 14 guanajos.

“Tenemos alrededor de cien  matas  de café, aguacate y mango. Además, contamos con una caballería de arroz  en convenio  con la CCS Celia Sánchez Manduley, de Media Luna.  Eso está de aquí  como entre seis y siete kilómetros y  cuando voy lo hago a campo traviesa”.

Los Fonseca Fonseca tienen, además, una peladora de arroz,  (el polvo o cabecilla se utiliza en la alimentación de los animales ligado con sacharina o polvo de caña),  despulpadora, guarapera y cuentan con sistema de riego, turbina y pozo, así como el río cuando tiene crecida.

Ismael se lamenta  de la  falta de  energía eléctrica, pues  ello  complica muchas labores de la finca, principalmente para el bombeo de agua. Ojalá  pudiera comprar  paneles solares, manifiesta con la esperanza dibujada en sus pupilas.

Ismael Fonseca Fonseca/ FOTO Rodrigo Motas Tamayo

Al secundar los pasos de su  padre, Ismael Fonseca Fonseca,  ya con 50 años, no solo contribuyó a multiplicar la finca, también lo hizo con la familia. Tiene tres  hijos, dos hembras y un varón.

En las faenas de la finca, aportan la mujer  e hijos. “Todos me ayudan, dice  con el orgullo de la responsabilidad  compartida.  Hay que producir comida”.

“Claro que con  apoyo  podemos producir  para el país,  aportar  más, responde a la pregunta del periodista. Producimos para el pueblo”.

Ismael recuerda  que estas  eran tierras  de quinta,  carecían  de fertilidad,  pero usamos materia orgánica  (estiércol de ganado) y las hicimos producir.

En las últimas  cosechas  entregaron más de cien latas  de  tomate al municipio y al barrio; así como 18 mil mazorcas de maíz y plátano burro a la UBPC José Martí.

Ahora pretenden multiplicar el área de siembra de caña, para la alimentación del ganado y el consumo.

Sabremos comer  lo que sembremos

“A los  jóvenes hay que inculcarles  que lo que se  suda con la frente, es el mejor  dinero  que se tiene”, recalca Israel Fonseca Fonseca mientras me aprieta la mano en el saludo de despedida.

“Le  recomiendo a mis  hijos, nietos, bisnietos y familia  que lo más  importante que nos queda es defender la  revolución y llevar adelante las  ideas que nos inculcó nuestro comandante en jefe, al costo que sea necesario.

“Sabremos comer  lo que sembremos… y es nuestra respuesta  al imperio, los  cubanos  somos capaces  de producir para resistir y vencer”, sentencia y sus palabras tienen la fuerza de quien predica con el ejemplo y sustenta los valores  de una familia y una comunidad, allá en Altos de Jó, cerquita de la Sierra Maestra,  al alcance de la mano.

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