Justo hoy, hace 73 años, al amanecer de esta ciudad, “bañada” de son y trova, de conga y sogón, de mujeres bellas y hombres elegantes, lo envolvió el llanto de un bebé que vio luz entre armonías, claves, corcheas, repertorios y canciones.
Creció desde la nobleza y la sencillez de una cuna genial y talentosa, y él enaltece a Wilfredo y Wilvia, para orgullo de quienes lo sentimos cerca, vital, único, humilde, sincero y por encima de todo eminente artista que deja huellas por donde quiera que pase.
Apenas adolescente y el apasionamiento lo atrajo: le abrieron puertas por la profesionalidad demostrada y selló desde la génisis. ¿Quién no conoce cuando es él el que acaricia las teclas del piano?
A partir de ahí comenzó el ascenso a la cúspide artística, crecimiento sin par dentro de la música popular bailable cubana, en cuyo ámbito es considerado Maestro de maestros, refrendado en el año 2011 cuando mereció el Premio Nacional de Música, galardón estímulo a la dedicación de un manzanillero que es “arte, entre las artes.”
La Original es la obra mayor, la mejor y excepcional composición porque encierra la impronta notable, el fino barniz del artista supremo.
“Somos una familia de músicos, de hermanos. La premisa es la fidelidad a la música, a Manzanillo y Cuba; es un sello que defenderemos siempre.
“A medida que la orquesta ha adquirido experiencia hay que demostrarla y eso es una responsabilidad muy grande.”
Hoy la familia toda es cariño, abrazos y besos; le llegan los afectos de sus originales, de los colegas, de los amigos, del pueblo todo que aprecia en él una altura inigualable.
Hay fiesta, serpentinas, colores y ¡Pinilla! y Havana Club porque el Hijo más excelso desde la música en la ciudad del Golfo de Guacanayabo está de aniversario.
Wilfredo Salvador Naranjo Verdecia “Pachy”, brinda por un nuevo día: el número 73 de su calendario y todos festejamos. ¡Felicidades, Maestro!