El 16 de abril de 1961 resume tres efemérides de vital importancia para el pueblo cubano: la declaración del carácter socialista de la Revolución cubana, el Día del Miliciano y la fundación del Partido Comunista de Cuba.
El Comandante en Jefe Fidel Castro, en la despedida del duelo de las víctimas ante el artero y cobarde bombardeo aéreo contra los aeropuertos cubanos, desde una improvisada tribuna, levantada en las calles capitalinas de 23 y 12, proclamó el carácter socialista de la Revolución el 16 de abril de 1961, porque según sus propias palabras: “…cuando llegan las horas de las agresiones y cuando llega la hora del combate es cuando hay que levantar más alto las banderas…»
El discurso del máximo líder de la Revolución en aquella hora de pesar, constituyó un adelanto del camino futuro de la Revolución, con el beneplácito de miles de hombres y mujeres vestidos de azul y verde olivo que, enardecidos, levantaron sus fusiles como confirmación del apoyo al rumbo socialista escogido.
Ante un pueblo que enarbolaba fusiles, Fidel expresó: “Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba”. “Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos!…. ¡Y que esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles… y que esa Revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores!…Y esa Revolución, esa Revolución, esa Revolución no la defendemos con mercenarios; esa Revolución la defendemos con los hombres y las mujeres del pueblo…“…Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida…, no vacilaremos, frente a quienes sean, y para defenderla estamos dispuestos a dar hasta nuestra última gota de sangre…”
Los días comprendidos del 15 al 19 de abril de 1961 acontece lo que la historia de Cuba recoge en sus páginas como la invasión a Playa Girón, por tropas entrenadas y apoyadas por el gobierno estadounidense.
Ante el temor del triunfo revolucionario en enero de 1959, el gobierno estadounidense en abril de 1961 contaba con alrededor de 1 500 mercenarios, organizados y entrenados por la CIA y el Pentágono en bases ubicadas en sus territorios y de América Central para atacar a la Isla como parte de un plan de acciones encubiertas.
Al amanecer del 15 de abril, tres escuadras de aviones estadounidenses tripulados por mercenarios, sin previa declaración de guerra y con insignias cubanas para simular una rebelión interna, atacaron sorpresivamente al país.
Una de ellas, integrada por tres B-26, nombrada Puma, bombardeó y ametralló el aeropuerto y base militar de la fuerza aérea de Ciudad Libertad; otra también de tres aviones, nombrada Linda, la base de San Antonio de los Baños y otra, llamada Gorila, con dos aviones, todos B-26, el aeropuerto de Santiago de Cuba.
El ataque ocurrió de forma simultanea minutos antes de las seis de la mañana. La escuadra que atacó Ciudad Libertad encontró un fuego antiaéreo tan nutrido que algunos pilotos descargaron sus ametralladores en áreas cercanas a la base.
Los resultados de esa acción dejaron daños materiales considerables con la rotura total o parcial de algunos aparatos. Además de 53 heridos y 7 muertos, entre ellos, el joven artillero Eduardo García Delgado, quien moribundo escribió con su sangre el nombre de Fidel.
El 16 de abril en acto multitudinario por el sepelio de las víctimas de ese ataque, y en vísperas de la invasión mercenaria, nuestro Comandante en Jefe proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana y declaró al país en estado de alerta.
[…] Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba. Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos! […] ¡Y que esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles!; ¡y que esa Revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores! […]
Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución Socialista y democrática de los humildes […] Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?
Y concluía Fidel] ¡Viva la clase obrera! ¡Vivan los campesinos! ¡Vivan los humildes! ¡Vivan los mártires de la patria! ¡Vivan eternamente los héroes de la patria! ¡Viva la Revolución socialista! ¡Viva Cuba Libre! […]
A partir de entonces la defensa de la patria y del socialismo fue prioridad del pueblo cubano.