
El sol cincela los predios del parque solar fotovoltaico (PSF) La Sabana, de Granma, donde brota el futuro energético de la provincia. En esta vasta planicie poblada por paneles solares, se despliega la labor de la veterana Elisabeth Agromayor Estrada, con 32 años de experiencia en la Empresa de Construcción y Montaje de Granma (Micons).
Detrás de ella, una brigada de 60 hombres se mueve como un río caudaloso, fluyendo en un esfuerzo constante. Elisabeth, erguida al frente, es el faro que ilumina el camino, asegurándose de que cada detalle brille con los estándares de calidad que ella misma ha cultivado. Desde octubre, ha navegado por las aguas turbulentas de la obra, superando desafíos, liderando con el ejemplo y sembrando el compromiso en cada miembro del equipo.
“Estamos en la etapa final, con la abertura de zanjas y el tapado de la cablería,”(obras ya terminadas) explica Elisabeth con su voz marcada por la caricia del sol y el peso de la faena.
“Es un trabajo arduo, a menudo toca excavar a mano, navegando las mesas y los inversores.” Sin embargo, esa dureza le infunde más fuerza, transformando cada desafío en una oportunidad.
Su jornada se extiende de lunes a domingo, desde el amanecer hasta el ocaso, llegando incluso más allá cuando la tarea lo requiere. “A veces, el tiempo se estira, dependiendo de lo que debemos lograr,” comenta con una serenidad que refleja su compromiso inquebrantable.
“La familia me apoya y comprende la magnitud de mi responsabilidad. Todos están alineados con el objetivo, conscientes del impacto del cambio de matriz energética en nuestra provincia, y de la importancia de este parque solar para Granma”.
No es su primera hazaña en obras de magnitud; ha sido parte de la ampliación de carreteras y la construcción de túneles, entre otras obras memorables del Micons. “La mujer no puede quedarse atrás,” afirma con la firmeza.
“Siempre se puede contar con nosotras.” Esta declaración no es solo un eco de palabras, es una realidad que demuestra día a día, trabajando con determinación y sin rendirse ante el sol. Para protegerse de su ardor, viste una camisa de mangas largas, un sombrero de yarey y una pañoleta, un símbolo de su resistencia: “Así evito que el sol me dañe demasiado, pero aquí seguimos.”
Su historia es un canto a la fuerza del trabajo, despojándose de etiquetas de género, afirmando que las mujeres son pilares indomables en la construcción del futuro energético de Granma. Al final de cada jornada, su mirada recorre con orgullo la obra que se eleva casi completa, mira los paneles que brillan con anticipación, listos para atrapar la luz del sol. En su mente, vislumbra el zumbido silencioso de la electricidad fluyendo: un legado tangible de su esfuerzo.