Gladis: una vida de sacrificio y constancia

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Por Orlando Naranjo Escalona | 20 agosto, 2024 |
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FOTO Orlando Naranjo Escalona

A solo un paso de la Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, en una comunidad conocida como Jiménez, donde el viento sureño del mar Caribe impacta sobre las montañas, nació y creció la campesina masoense Gladis Cayamo Fabré.

De aquel terruño natal, apenas conserva algunos recuerdos de infancia en que acompañaba a su padre en las andanzas del campo, hasta que este, temeroso por los efectos de la guerra en la Sierra Maestra, la enviara a un sitio del llano junto a su tío.

Sin embargo, el trabajo rudo del campo ha sido una constante en la vida de esta mujer que no pudo recibir sus primeras letras hasta el triunfo de la Revolución.

En la comunidad de El Regimiento, de El Caney de Las Mercedes, a escasos metros de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos en el municipio granmense de Bartolomé Masó, transcurrían serenos sus días, cuando de repente Gladis sorprendió a todos con la decisión de tomar una caballería de tierra en usufructo, hasta convertirla en un extenso sembradío.

Yo no puedo estar sentada en mi casa, dice, pudiéndole aportar a la Revolución todo el fruto de mi esfuerzo, “si ella me aportó todo cuanto fue necesario para la crianza de mis dos hijos, ahora que ella más lo necesita, pues me toca a mí ayudarla”.

Marabú, malezas y otras plantas leñosas reinaban en las tierras tomadas por esta campesina hace apenas tres años, sin embargo, ahora le brotan viandas, granos y otros vegetales que resultan decisivos en el programa agroalimentario de la zona.

“Cuando llegamos a este sitio ni se veía de un lugar a otro, por la cantidad de manigua que había, pero ya puede ver como lo hemos transformado, apenas mi hijo y yo con el apoyo de la cooperativa y de la Federación de Mujeres Cubanas, que nos visitan y nos dan ánimo de seguir adelante.

“Le recomiendo al resto de las mujeres que se incorporen al campo y que luchen por lo nuestro, porque esta Revolución es de nosotras.

Cuando la mujer avanza, los hombres no retroceden, una realidad que hoy se vive en la cooperativa masoense José Antonio Echeverría, asentada mayormente en la comunidad de Sao Grande, en El Caney de Las Mercedes.

En esta base campesina, varias mujeres fertilizan la esperanza de un futuro cada vez más inclusivo, para que Marianas de Patria o Muerte, como Gladis Cayamo Fabré, sigan empinando a sus hijos.

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