Hay una magia especial entre el hijo que comienza a formarse en el vientre de su madre. Estamos a la espera que sorprende y asusta: un movimiento, una sensación de vida interior que se va convirtiendo en alegría cotidiana.
No importa perder o cambiar la silueta: es nuestro hijo o hija que va creciendo, acomodándose! Y ya se ama! Y ya alegra! Y ya asusta! Y ya se sufre!
Y llega el momento de la contracción y el sudor pegajoso, y la esperanza y ese grito de vida que nos hacer olvidar el dolor para darnos la mayor felicidad: ser mamá.
Nada supera ese amor; las noches se hacen más largas y el sol se hace inmenso y océano de amor; y le das vida con tus pechos y le besas con cuidado y tocas sus manitos con cariño, segura de que será tu mano para siempre.
Felicidades mamá; eterna madre, eterno amor. Felicidades especialmente a las madres cubanas quienes se crecen en la voluntad por sus hijos. En el susurro de tu voz tengo mi refugio y ese vínculo eterno que nos une.
Son los brazos de las madres cestos floridos y esté lejos o cerca de nosotros, son el sostén de nuestra vida, expresó José Martí.
Nada supera el amor de una madre. Vencedora de obstáculos, dadora de amor y voluntad. Tu ternura y fortaleza son insuperables.
Te agradezco la vida.
Felicidades mamá