
El campesino Alexis Ortega Jerez, de Media Luna, nunca imaginó que en la madrugada del día 10 lo despertaría el agua rosando su cama. Ahí comenzó la tragedia que vivió junto a familiares y a vecinos de la comunidad Los Guayos, muy cercano a la micropresa Sibama y otros afluentes que atraviesan el consejo popular de Vicana Abajo, con la mayor inundación de los últimos 25 años.
Alexis aseguró que nunca vio ese nivel de agua en la zona, que superó el metro de altura en algunos sitios y levantó en la madrugada a los más de mil habitantes para salvar sus pertenencias y animales.
Miles de granmenses cuentan hoy su historia. La persistencia de una vaguada, del 7 al 9 de junio, con lluvias fuertes e intensas sobrepasó en un 130 por ciento el promedio histórico del mes, de 168 milímetros.
Muchas ganas de vivir
Para muchos masoenses tal vez la palabra resiliencia no signifique nada, pero cuando aflora el peligro y la adversidad se asoma, crece la capacidad, de cada cual, en cada sitio, para afrontar infortunios, adaptarse y fortalecerse ante un proceso complejo.Así quedó demostrado en días recientes cuando persistentes lluvias amenazaban con dejar bajo agua gran parte de la geografía del territorio; cuando ríos crecidos, pasos obstaculizados, siembras dañadas y pertenencias personales perdidas eran los temas de tertulias y títulos noticiarios.
Los pluviómetros ubicados en predios masoenses registraron acumulados de precipitaciones por encima de los 350 milímetros en seis horas, cifras que ya para 24 suelen ser abundantes, de ahí que no hubo río, arroyo, cañada o alcantarilla que permaneciera inmune a tal diluvio.
Un referente que también dio la medida de la fortaleza de los aguaceros en las montañas masoenses lo constituyó la acumulación de su principal embalse, alimentado por los ríos Yara, Nagua, Colorado y Providencia.
En la tarde del jueves, la “Paso Malo” apenas superaba el 77 por ciento de su capacidad de diseño, fijada en 95.6 millones de metros cúbicos de agua, y en solo una noche las precipitaciones ocurridas provocaron su llenado y posterior vertimiento.
Este desborde llegó a registrar en su punto más alto unos mil 200 metros cúbicos por segundo, muy cerca de su record histórico alcanzado en 1973 cuando llegó a verter unos mil 850.
El río Jibacoa, cuyo nacimiento se ubica a escasos kilómetros del poblado de Las Vegas de Jibacoa, produjo una crecida pocas veces vista por los que más años llevan en estos lomeríos.
Además de los estragos causados por su riada, incomunicó al municipio de Campechuela y sacudió sembrados y hogares manzanilleros a ambos lados de sus márgenes hasta su desembocadura en el golfo del Guacanayabo.

Ante tanta lluvia y escurrimiento eran de esperarse los deslizamientos de tierra, el mayor de ellos ocurrido en las elevaciones de Polo Norte, toda una montaña de tierra con arrastre de árboles y malezas que aún impide el paso hasta Minas del Frío y comunidades vecinas.
El transformador de alta potencia de la subestación Las Mercedes colapsó durante la media noche del sábado 10, dejando a oscuras a unos cuatro mil clientes de la ruta que comprende Caney, hasta las montañas de Minas del Frío y La Habanita.
La adversidad crecía, pero el masoense contuvo su ansiedad, evitó el peligro y preservó su vida para llegado el momento, colmado de fe y optimismo, salir a resarcir daños y a restablecer su vínculo con la sabia naturaleza.
En menos de 24 horas todas las afectaciones al servicio eléctrico fueron atendidas. Yusbel Milán, George Rosabal y Erney Pérez, este último vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Bartolomé Masó, emprendieron la vía de Vegas de Jibacoa para llegar, loma arriba, con 60 litros de combustible en pomos cargados al hombro, hasta las cercanías de la comunidad de Minas del Frío.

Con tal proeza lograron habilitar el grupo electrógeno de la estación de Etecsa allí asentada y de esa forma restaurar el servicio de voz y datos en gran parte de las serranías masoenses.
Al unísono, varias comisiones iniciaron su recorrido por las áreas cultivables del territorio, para evaluar con cada productor la magnitud de los daños en sus plantaciones y aprovechar para instar a cada hombre y mujer de campo a que den la vuelta al surco y sin desánimos vuelvan a establecer cultivos que en el menor tiempo posible estén aptos para el consumo del pueblo.
Esa capacidad innata del masoense para vencer lo adverso, adaptarse al nuevo contexto y salir más fortalecido, es la razón plena de su existir, algunos le llaman resiliencia, pero los de aquí, los que sabemos del combate, le llamamos coraje y entrega, espíritu de sacrificio y, sobre todo, muchas ganas de vivir.
Agradecidos y de pie, tras inundaciones en La Palmera
Durante esta semana las familias de la comunidad bayamesa de La Palmera, protegidas en casas de familiares y amigos, retornaron.
Las autoridades gubernamentales del territorio acudieron de inmediato a la zona para evaluar los daños y distribuir alimentos a los más de 250 núcleos correspondientes a esa localidad. Un módulo con pastas alimenticias, arroz, chícharos y sardina fue entregado de forma gratuita a cada hogar. Quienes perdieron vestuario y camas recibieron atención priorizada y desde el pasado miércoles los primeros beneficiarios obtuvieron colchones.
En la Palmera hubo viviendas donde el agua alcanzó cerca de dos metros de altura y sus moradores perdieron la mayor parte de sus pertenencias. Tal es el caso de Miguelina Perdomo Solano, quien describe cómo vivió ese momento difícil en el que la Defensa Civil acudió a salvar vidas mientras el Cautillo crecía de manera desproporcionada hasta interrumpir el tránsito entre las provincias de Granma y Holguín:
“Apenas percibimos el golpe de agua sentimos que venían dos helicópteros y rescataron a los vecinos que no les dio tiempo a salir. En minutos llegó también el Comando de rescate y salvamento para sacar del peligro a otra familia con un niño pequeño.

“El día 8 había comenzado a llover antes de las nueve de la noche y disminuyó la fuerza del aguacero cerca de las tres de la madrugada. No pudimos dormir y en la mañana del día 9 llamé a mi hijo para que me ayudara, porque las aguas del río se acercaban a la casa.
“Organizamos algunas pertenencias pero cuando intentamos sacar nuestros bienes, él me avisó que venía un golpe de agua y era preciso salir. Solo pudimos llevar con nosotros el refrigerador y el televisor. Todo lo demás quedó al alcance del río”.
Al filo del mediodía una larga fila de vehículos quedaba a ambos lados del puente del Cautillo imposibilitados de transitar porque la corriente superaba la carretera central.
La profesionalidad e inmediatez de la Defensa Civil evitó perder las vidas de quienes hoy siguen agradecidos y de pie bien temprano para continuar la recuperación.
La obra más hermosa
Las anunciadas lluvias hicieron correr el agua en sitios inimaginables en Niquero; pero a medida que subía de nivel el líquido crecían también los valores humanos que caracterizan a los habitantes del municipio.
Incomunicados por carretera con Manzanillo, donde se ubican los hospitales provinciales Fe del Valle, Hermanos Cordové y Celia Sánchez Manduley que prestan servicio a los municipios costeros, la decisión fue trasladar hacia estos vía marítima a un lactante y su madre, una embarazada y 12 pacientes con insuficiencia renal crónica. Formaban parte también de la travesía médicos, enfermero intensivista y paramédico.
La acción, con las autoridades locales al frente, ponía de manifiesto una vez más la grandeza de la Revolución cubana y la importancia del cuidado y protección de los más vulnerables.

Dos salidas, cuatro embarcaciones, 47 pacientes y una decena de trabajadores de la salud protagonizaron este acto de amor.
Dairon Benítez Vázquez, director de la Empresa Pesquera niquereña jamás imaginó ser protagonista de un episodio así. Con su equipo de trabajo organizó en breve tiempo la travesía. Esta vez no despedía a pescadores en el cumplimiento de su deber, sino que conducía a puerto preciosas y delicadas vidas humanas.
“Sin perder un minuto prepararamos las embarcaciones – recuerda- organizamos en tiempo record lo necesario para la trasportación, aproximadamente 20 minutos. El primer día con dos embarcaciones escameras, la 071 y 076 con 17 pacientes, entre ellos un niño reportado de grave. Los patrones y la tripulación conocían la responsabilidad de la misión. Vale destacar la valía de estos hombres que dejaron a la familia, afectada por la vaguada y se hicieron al mar en un periplo de cinco horas.
Héctor Ballester Frías es el patrón de la 071 y Yosvanis Pérez Tamayo de la 076. Las otras dos embarcaciones fueron el ferrocemento 300, bajo la guía de Eduardo Hechevarría Remón y el escamero 254 cuyo patrón es Onelio Varona.
“Pienso que es la obra más hermosa que hemos protagonizado en los últimos tiempos, vivir ese instante de ver los enfermos, los niños y ver la grandeza de los pescadores brindando auxilio, preparando todo, sabíamos la responsabilidad y estábamos dispuestos a cumplir esa tarea. Fue una experiencia única. Aseguramos los medios de navegación para que no hubiera problemas de ningún tipo. Estamos dispuestos a hacerlo cuando sea necesario. La Revolución cuenta con el respaldo de los pescadores niquereños”.
Por su parte Héctor Remón Fernández, director general de la Empresa Pesquera Granma reconoce y felicita a los hombres de mar por el cumplimiento exitoso de su misión.
“Fue decisiva e importante, dadas las circunstancias vividas días pasados, donde las carreteras estaban cerradas por la crecida de los ríos y no había paso de Manzanillo al resto de los municipios costeros. Fue muy importante el trabajo de nuestros pescadores en la trasportación de pacientes y alimentos tan vitales como la leche para los niños y la harina. Es oportuno reconocer a esos hombres valiosos. Para ellos el infinito agradecimiento en nombre del Consejo de Dirección de la Empresa, el Grupo Empresarial y el pueblo granmense.
“En la provincial fueron siete las embarcaciones utilizadas para la trasportación, cuatro de Niquero y tres de Manzanillo que trasportaron harina y leche en polvo para Campechuela, Media Luna y Niquero”.
Gratitud en la primera expresión de quienes en situación de vulnerabilidad debían ser trasladados hasta Manzanillo vía marítima.
Para la niquereña Yamile Hidalgo era un momento complejo debido a los efectos que le provoca la transportación en mar. Acompañaba a su hija Claudia Margarita González con casi 40 semanas de embarazo.
“Fue un instante difícil por los efectos del mar, pero de muchas atenciones por parte de los pescadores y el personal de Salud. Entre la marejada y el mal tiempo que había tuve un descenso. Gracias a la experiencia de los tripulantes pudimos llegar a puerto seguro.
“Estamos muy agradecidos, enseguida se buscaron los medios para el traslado aun cuando conocemos las carencias y limitaciones existentes. Agradecemos en primer lugar a la Revolución, al doctor Niover, su maravilloso equipo, y a los pescadores. Infinitas gracias eso es algo que no olvidaremos jamás”.
Un equipo unido, impulsado por el joven doctor Niover Antonio Hidalgo Benítez, director Municipal de Salud Pública en Niquero. Otro ejemplo de grandeza, humildad y amor al prójimo.
Han pasado algunas jornadas, al igual que el agua escurre, la vida retoma su cauce. Otra página de amor y solidaridad quedó escrita en las páginas de la historia de Niquero. Nace así un recuerdo imborrable, no por los efectos del evento meteorológico, sino por la grandeza humana de su gente, por esa voluntad inquebrantable de poner el bienestar humano en primerísimo plano, por la voluntad de hacer lo necesario en momentos complejos en favor del pueblo.
Más historias

Desde Campechuela, partiría, el viernes 9, por la tarde, una embarcación con la embarazada Iriuski, presidenta de la CPA 24 de Febrero, a bordo. A las 7:20 p.m. llegaba al mundo, en el Hospital provincial ginecobstétrico Fe del Valle Ramos, un hermoso bebé que pesó poco más de siete libras, publica en su perfil de Facebook el reportero Roberto Mesa Matos.

Dos jiguaniseros, Salvador Domínguez Álvarez y Michel Jorge Acosta, desempeñaban una riesgosa operación para salvar la vida de Rafael Martínez Vázquez, custodio del complejo La Cueva, emplazado a una decena de metros del río Jiguaní, el cual experimentó una histórica crecida, en la madrugada del 9 de junio, atrapando al hombre en una de las edificaciones, mientras aumentaba peligrosamente el nivel del agua.

Recuperado de una neumonía, en casa, Martínez Vázquez, entrevistado por Sadie María Arean Agüero, para Radio Jiguaní, agradece la valentía y la solidaridad de los jóvenes, vitoreados por el pueblo, que hoy se centra en la recuperación.
Cientos de vecinos de Yara, Manzanillo y Jiguaní nunca olvidarán la ayuda de los estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma, quienes evacuaron personas, salvaron pertenencias, entregaron donaciones y recursos enviados por el Estado y por naciones amigas y hoy realizan labores de promoción de salud y prevención de enfermedades agudas, y colaboran con la dispensarización de la población debido a la documentación perdida por los consultorios en las inundaciones.

En todas partes, la solidaridad supera el dolor y ese afán de sobreponerse alimenta más la esperanza.
