“Sí, de eso pocos hablan”. Así me dijo Ernesto Leonel Guevara Ramos en la cabina de transmisión del estadio Mártires de Barbados, de Bayamo, mientras se dedicaba a sus ya tradicionales anotaciones del juego de pelota.

Hablábamos – llevado el tema por este redactor- de la  última lechada propinada en series nacionales en la era del bate de aluminio, propinada por él mismo cuando vestía el uniforme del equipo de Granma.

El espigado ex lanzador consiguió esa blanqueada el 11 de marzo de 1999, nada menos que contra la llamada aplanadora de Santiago de Cuba en el estadio Guillermón Moncada y en un partido de play off.

Según las estadísticas de Jorge Luis Rosabal el referido choque, que empató la reñida serie a dos victorias, terminó tres carreras por cero y el niquereño apenas permitió seis indiscutibles. Por cierto, el final fue de infarto pues Gabriel Pierre, con la posibilidad de empatar el choque (había dos corredores en circulación) bateó para doble play.

En aquella escuadra santiaguera militaban, entre otros, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Fausto Álvarez, Rey Isacc y el citado Pierre. Aun así, Guevara supo dominar a su antojo a la temible artillería.

Tres días después de esa lechada, se jugó el último partido con bate de aluminio, implemento que duró 22 años. El 16 de marzo se retomaría el bate de madera.

En 16 series nacionales Guevara Ramos propinó 20 blanquedas, incluida una de cero hit, y ganó 133 partidos y perdió 108. Creo, como él, que se debería hablar más de hechos como esos, pues forman parte de la historia.