
Siguiendo sus raíces campesinas y eternamente rebeldes, el joven Luis Enrique Pérez Rosales mantiene vínculo directo con la historia y las tradiciones serranas de la comunidad de Santo Domingo, en el municipio granmense de Bartolomé Masó.
Desde muy pequeño tuvo formación patriótica y revolucionaria, a partir de la implicación de la familia y el lugar de residencia en la lucha insurreccional librada por Fidel y el Ejército Rebelde en estas elevaciones de la Sierra Maestra.
En la otrora Universidad de Ciencias Pedagógicas Blas Roca, de Manzanillo, adquirió herramientas de la especialidad de Lengua extranjera (Inglés) y se graduó con honores. Después ejerció la profesión, pero el infinito amor por el campo, la flora y la fauna, y los recovecos de sus lomas lo hicieron cambiar de labor.
“Hice el servicio social en la escuelita primaria donde inicié mi vida estudiantil. Ser colega de mis maestros y poder enseñar inglés en mi propio pueblo fue y sigue siendo muy hermoso.
“Las aulas aún me apasionan, sentir la alegría de los niños y escucharlos decirte teacher es realmente muy atrayente. Pero más me seduce la libertad de recorrer las montañas, contar sus historias y conocer personas de toda índole, tanto de Cuba como de diversas partes del mundo; es tan emocionante que no sé describir, por eso un buen día salí a hacer realidad mis sueños”.
Tras un breve tiempo de trabajo en el museo de la Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, se hizo guía turístico del Parque Nacional Turquino y, con tan solo siete años de experiencia en esta faena, ha logrado consolidarse como uno de los jóvenes más íntegros y prometedores de su entorno laboral y comunitario.
“Lo conseguido hasta aquí no significa un gran esfuerzo para mí, lo hago con mucha naturalidad y entrega, es como si saliera todos los días de casa a conversar y a hacer nuevos amigos, me distraigo, contemplo el verdor de mi sierra y me enamoro cada vez más de ella.
“Me complace, además, que aquí, en mi barrio, donde he vivido toda la vida, todos me respetan y me quieren y que dentro y fuera de Cuba existen personas que me recuerdan, no solo porque un día les haya servido de guía, sino por haberlos adentrado en uno de los pasajes más intrépidos y fascinantes de nuestra historia”.
Es regocijante encontrar, en plena Sierra Maestra, a jóvenes talentosos y competentes como Luis Enrique, un versátil montañés que sobresale por hablar perfectamente varios idiomas y charlar de cualquier tema, además de mostrar fervorosa vocación revolucionaria y absoluta condición de patriota.
Es muestra irrevocable de la fortaleza de una juventud que día a día sigue fiel a sus raíces, sembrando historia por toda Cuba.