Haarlem: otra piedra en el camino

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Por Leonardo Leyva Paneque | 13 julio, 2022 |
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FOTO Daniele Combi

Para hablar sobre la discretísima actuación de los Alazanes de Granma en la XXX Semana beisbolera de Haarlem, no creo que se tenga que arremeter contra ellos, ni contra su mentor Carlos Martí Santos.

Intentar ridiculizarlos, como muchos han pretendido, jamás sería la mejor manera de encontrar una explicación, a pesar de sus cinco derrotas durante la fase preliminar, en igual número de salidas al terreno del estadio Pim Mulier.

Después de tantos sinsabores que ha dejado el béisbol cubano en los últimos años y, en más de una ocasión, con selecciones nacionales, el desempeño en esa ciudad de Países Bajos tampoco debe haber sorprendido a especialistas y hasta a la misma afición.

Habría que estar muy distante para no comprender que le ha resultado imposible emerger de la crisis que vive hace tiempo. Son muchos los problemas que arrastra, que van más allá de la elección de un director o de la conformación de un equipo, para un evento internacional.

Haarlem fue otra piedra en el camino y, también, una muestra más de la pelota que se juega en nuestras series nacionales: con una zona de strike que difiere de la que se aplica en otras ligas, con lanzadores descontrolados y de escaso repertorio, con sistemas de entrenamientos que necesitan actualizarse, por solo citar algunos ejemplos, que hacen lucir inferiores a nuestros peloteros.

Si esas deficiencias se corrigieran en los clásicos domésticos, el conjunto granmense o cualquier otro, incluso sin reforzar, hubiese dejado mejor impresión en el certamen neerlandés, independientemente del resultado.

Por supuesto, inciden otros factores archiconocidos, desde la masividad que se ha perdido hasta el continuo éxodo de jugadores. Pero no se trata de hacer leña del árbol caído, se trata de -entre todos- hallar una solución, porque Martí Santos y sus alumnos no fueron ni los únicos, ni los máximos responsables de lo acontecido en Haarlem.

Las causas están ahí, pesan más de lo que se imagina. Apremia buscar en los cimientos para terminar de convencerse de cuánto se ha perdido, de volver a evaluar el trabajo en la base, calendarios, estructuras, salarios, sistema de contrataciones; en fin, repensar la estrategia por el bien de nuestro béisbol que se degrada, aunque cueste admitirlo.

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