Cuentan que Hatuey, Cacique quisqueyano de la región de Guahabá, en La Española, encabezó una rebelión contra los conquistadores españoles en su comarca, al comprender lo inútil de su resistencia se vio obligado a emigrar hacia Cuba, en unión de un grupo de seguidores.
En suelo cubano, convocó a la población aborigen y la incitó a la guerra para expulsar a los invasores; pero no logró el apoyo de los caciques locales, una vez capturado, Diego Velázquez lo condenó a morir en la hoguera, por hereje y rebelde.
Se cuenta que antes de ser quemado, uno de los religiosos españoles que acompañaban a la tropa, le preguntó si quería aceptar a Jesús o ir al cielo.
Fray Bartolomé de las Casas narró en uno de sus escritos que el líder taíno preguntó si los españoles iban al cielo, ante la respuesta afirmativa, dijo que entonces él no quería ir allí para no tener que volver a ver a gente tan cruel.
La versión más aceptada del referido acontecimiento es que la quema de Hatuey se llevó a cabo en Yara, municipio de la provincia cubana de Granma, lugar donde se erige una escultura del artista manzanillero Wilfredo Milanés Santiesteban, que perpetúa el criminal suceso ocurrido el 2 de febrero de 1512.