Heroicidad en Cienfuegos

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 7 septiembre, 2022 |
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Marineros de la célula del M-26-7 en Cayo Loco durante las acciones del 5 de septiembre. Foto: Invasor / Archivo

Con el propósito de capturar armas para abrir un frente guerrillero el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en la Ciudad de Cienfuegos planeo en 1957 en medio de la ofensiva final que libraba el Ejército Rebelde desde la Sierra Maestra contra Fulgencio Batista: el ataque a “Cayo Loco”, sede del Distrito Naval.

Los dirigentes del M-26-7 reunidos hace 65 años acordaron un plan conjunto para la sublevación armada que comprendería varias unidades navales en La Habana, Mariel, Cienfuegos, Santiago de Cuba y otras ciudades; unido a ello, se haría un llamamiento al pueblo con el objetivo de iniciar una huelga general contra la dictadura.

La fecha escogida fue el 5 de septiembre y la señal acordada para comenzar el levantamiento era un disparo de cañón que haría a las 7:00 de la mañana una fragata de la Marina, anclada en la bahía habanera.

No todo transcurrió como se pensaba porque los conspiradores habaneros decidieron aplazar las acciones y el M-26-7 no fue informado. Así llegó el día acordado y solo en Cienfuegos las fuerzas comprometidas se lanzaron al combate hastiadas de tantos crímenes y atropellos.

El teniente de la Marina de Guerra, José Dionisio San Román arengó a los marineros dando vivas a la Revolución y a Fidel Castro. Alrededor de las 6.30 de la mañana comenzó el ataque. La Policía Marítima se rindió y la Estación de la Policía Nacional aunque ofreció resistencia también fue vencida.

Dos horas más tarde, las masas populares junto a los sublevados que concentraron sus fuerzas en la Estación de la Policía, el Distrito Naval y el Colegio de San Lorenzo eran dueños de la ciudad.

El ataque sistemático de la aviación, causante de numerosas bajas humanas, determinó que la dirección del M-26-7 propusiera la salida de todos los combatientes rumbo a la zona montañosa del Escambray, donde se podía continuar la lucha en condiciones favorables.

Durante la mañana del seis de septiembre había sido eliminada toda resistencia. A partir de ese momento comenzó una feroz acción del régimen batistiano, con innumerables asesinatos y torturas a los revolucionarios que habían participado en aquella acción.

El jefe militar de los rebeldes Dionisio San Román fue detenido, torturado, asesinado y su cadáver arrojado al mar, pero no lograron que hiciera ninguna revelación que pudiera comprometer a sus compatriotas.

Después de las primeras ejecuciones y de los arrestos masivos a todos los sospechosos de haber tenido vínculo con las acciones revolucionarias, los sicarios concentraron la persecución contra los “cabecillas” que habían dirigido el levantamiento armado contra la tiranía.

Este acontecimiento aunque fracasó, significó por su carácter una demostración de que las masas populares estaban cansadas del régimen opresor que ponía sus botas sobre Cuba, y cuando su vanguardia del M-26-7 le ofreció la oportunidad de luchar por un destino mejor, supo tomar las armas para ir escalando peldaños hasta llegar al Primero de enero de 1959.

Después del triunfo revolucionario de 1959, cuando la Caravana de la Libertad entra en Cienfuegos, Fidel habló a la multitud reunida en el Parque José Martí Fidel Castro, ante una multitud reunida en el parque Martí señaló este hecho como un combate verdaderamente resuelto y heroico. Veinte años después de aquella acción, Fidel dijo:

“Pienso que algún día habrá que hacer algo mejor, algún día en esta ciudad habrá que erigir un monumento al pueblo, a los combatientes revolucionarios y a los marinos caídos. Es cierto que a la Revolución le faltan muchos monumentos —ya lo hemos dicho otras veces—: hace falta en Santiago de Cuba, hacen falta en muchos lugares. Pero en estos años arduos de consolidación de la Revolución, de trabajo diario, poco tiempo hemos tenido en realidad para dedicar la atención que merecen esos hechos y para perpetuar el recuerdo de aquellos que cayeron, de aquellos que se sacrificaron y que jamás deberán borrarse del corazón y del pensamiento de las futuras generaciones.”

Transcurrido un mes del levantamiento, en la fosa común donde fueron enterrados los combatientes revolucionarios caídos en el levantamiento fue depositada una ofrenda de flores blancas, símbolo de respeto a los muertos.

La acción armada en la ciudad colonial de Cienfuegos fortaleció los vínculos del pueblo con los líderes del M-26-7 y propició las bases para el levantamiento de grupos armados en la zona del Escambray.

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