Fue la Federación Mundial de Neurología (WFN por sus siglas en inglés) quien elevó su voz para proclamar el 22 de julio Día mundial del cerebro, promoviendo de esta manera la necesidad de crear conciencia sobre su potencial, riesgos y enfermedades.
El cerebro o “materia gris”, como se le conoce comúnmente, es uno de los órganos vitales de nuestro cuerpo. Controla las actividades cognitivas (pensar, abstraer, leer) y reacciones del organismo (acciones y funciones corporales en respuesta a estímulos sensoriales).
El cerebro es nuestro centro de procesamiento de datos. Requiere de cuidados preventivos para garantizar su óptimo funcionamiento en la edad adulta y en la vejez.
A pesar de haber aumentado los niveles de expectativas de vida del ser humano en las últimas décadas, debemos mantener nuestro cerebro saludable en la etapa de la vejez. Es muy importante el consumo de nutrientes (aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales), para optimizar la función cognitiva en esa etapa de vida.
Un órgano fascinante de eficiencia y plasticidad
Es el órgano del cuerpo que más gasta energía. Consume el 25 por ciento del total de alimento energético del organismo, aunque sólo tiene un peso aproximado de 1,3 a 1,4 kilogramos (kg), es decir, el equivalente al dos por ciento del peso total de una persona de 60 a 70 kg.
Existen dos tipos de memoria, la de corto plazo, también llamada de trabajo, que en general puede memorizar hasta siete datos, como por ejemplo, un número telefónico justo antes de llamar; y la memoria de largo plazo, que a su vez se clasifica en dos subtipos: la episódica, que es aquella en la que se guardan memorias vivenciales y experiencias a lo largo de la vida; y la semántica, que es el almacenamiento de datos generales que se aprenden desde la escuela, la cual es ilimitada.
En el siglo XIX se creía que las personas más inteligentes o con coeficientes intelectuales más altos, correspondían a cerebros más grandes, pero se han encontrado personas extremadamente inteligentes con cerebros pequeños, por lo que la relación entre el coeficiente y el tamaño es mínimamente significativa. Por otro lado, los cerebros de personas con altos coeficientes son más eficientes que los de las personas promedio, ya que éstos tienen un menor gasto energético.
El cerebro no duele por sí solo. Al tener una lesión en cualquier parte del cuerpo, el dolor depende de la existencia de terminales nerviosas en un órgano o tejido. El cerebro, al igual que otros órganos como el hígado no duelen, los que duelen son los tejidos que los envuelven. En el caso de un dolor de cabeza, son las terminales nerviosas de los vasos sanguíneos las que registran dolor.
Algunos estudios señalan que una dieta balanceada, rica en todos los nutrientes necesarios, como carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, está directamente relacionada con una inteligencia poco más elevada que en los casos cuyas dietas son desbalanceadas.