Hubert de Blanck nació en Utrecht, Holanda, el 14 de junio de 1856. Su nombre verdadero era Hubertus Christian de Blanck Valet.
Recibió las primeras lecciones de música de su padre, el violinista Wilhelm de Blanck. A los nueve años de edad ingresó en el Conservatorio de Lieja, Bélgica, donde estudió piano con Felix-Etienne, y solfeo y teoría con Sylvain Dupuis.
A los trece años obtuvo un importante premio de piano y, siendo aún adolescente, ofreció recitales en el Palacio Real de Bruselas.
Inició en 1873 una gira por países europeos y de América Latina. Más tarde, en unión del precoz violinista brasileño Eugene Dengremont, actuó en Dinamarca, Alemania, Brasil, Argentina y Estados Unidos.
En 1881 se presentó como solista con la Orquesta Filarmónica de Nueva York y obtuvo por oposición, al poco tiempo, una plaza de profesor en el College of Music, donde inició su carrera de pedagogo.
En 1882 llegó a La Habana con su esposa, la cubana Ana García Menocal. Tenía 26 años de edad y se presentó en los salones del Centro Gallego de La Habana, junto a Anselmo López y Serafín Ramírez, para ejecutar el Trío op.52, para violín y cello.
Al año siguiente, de vuelta a La Habana, decidió radicarse definitivamente en esa ciudad.
En el paseo del Prado inauguró un conservatorio de música, el primero de su clase en el país. Y a la vez abrió la Sala Espadero, considerada por muchos años como uno de los escenarios de conciertos más importantes de Cuba.
Además de su labor como músico y en el campo de la docencia, también se mostró partidario de la lucha por la independencia de Cuba.
Participó en las fiestas de carácter patriótico que se efectuaron para recolectar fondos para el desarrollo de la causa cubana.
Creó la ópera Patria, la que se considera como la primera obra de su tipo inspirada en la lucha de los cubanos por la liberación del dominio colonial español.
Entre sus obras para piano se hallan Capricho cubano, Danza de las Brujas, Souvenir de La Habana.
Precisamente por sus ideas y ayuda a la causa de los cubanos resultó deportado y se vio obligado a residir en Nueva York, donde también colaboró con otros patriotas cubanos interesados en reanudar la lucha por la independencia.
Tras la conclusión de la guerra independentista, en 1898, regresó a Cuba y siguió dando su contribución al desarrollo de la música y la cultura en general.
En 1903 adoptó oficialmente la ciudadanía cubana.
Su vida fue fecunda y enriquecedora.