Miles de jóvenes en todo el país respondieron al llamado del M-26-7 y se lanzaron a la calle para intentar derrocar a la oprobiosa dictadura de Fulgencio Batista.
Días antes la dirección del Movimiento 26 de julio, con Fidel al frente se había reunido en la Sierra Maestra donde se había aprobado el manifiesto “Al pueblo de Cuba”, el cual consideraba que por el resquebrajamiento visible del régimen y la maduración de la conciencia nacional, la lucha contra la tiranía batistiana había entrado en su fase final.
La lucha guerrillera en la Sierra Maestra se consolidaba y en todo el país existía un clima insurreccional favorable.
Como expresara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz: “Este auge de la lucha popular creó en la dirección del Movimiento en el llano la apreciación de que las condiciones eran favorables en el país para el desencadenamiento de la huelga general revolucionaria, que había sido siempre –como expliqué– el objetivo estratégico final para lograr el derrocamiento de la tiranía”.
También Fidel suscribió desde la Sierra un llamamiento a los trabajadores cubanos en el que convocaba a “cerrar filas tras la consigna de huelga general, lanzarse a la lucha por encina de banderas políticas o rivalidades personales que no deben empañar con actitudes egoístas esta hora hermosa de Cuba“.
La Habana, Pinar del Rio, Matanzas, Bayamo, Manzanillo, Santiago de Cuba, estuvieron presentes al llamado de la huelga.
En la capital del país lo que más trascendió fue el intento de tomar la armería en La Habana Vieja situada en la calle Mercaderes. Fueron sorprendidos, entablaron combate y cuatro combatientes cayeron. Con aquellas armas pretendían apoyar otras acciones planeadas en la zona.
En La Habana incluso se produjo el asesinato del joven revolucionario Marcelo Salado, integrante de la Dirección provincial del Movimiento 26 de julio, fue víctima de la acusación de un ex compañero traidor, convertido en tripulante de una perseguidora que se encontraba en el lugar.
La ciudad de Sagua la Grande, en Las Villas fue la que tuvo una mayor participación en la huelga al ocupar los principales centros de trabajo y puntos importantes en la cuidad. Quince jóvenes sagüenses perdieron su vida.
También hubo acciones en Camagüey y Santa Clara. Además en el Oriente se logró una acertada mezcla de las fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad. Se atacó al cuartel de Boniato bajo la conducción de Rene Ramos Latour y Ciro Frias ataco con su tropa el cuartel de Imías, acción en la que perdió la vida.
A pesar de todo la valentía y el heroísmo demostrada por los combatientes, en horas de la tarde del 9 de abril la huelga fue decayendo.
Los combatientes se enfrentaron a las fuerzas de Batista casi desarmados, las acciones no estaban organizadas, había falta de coordinación, dificultades en la preparación del movimiento huelguístico y sobre todo la dura reprimenda de los órganos batistianos que controlaban a sangre y fuego las ciudades, entre otros factores.
Habían pasado 15 días de los sucesos del 9 de abril y Fidel le escribía a Faustino Pérez: Tengo la más firme esperanza de que en menos de lo que muchos son capaces de imaginar, habremos convertido la derrota en victoria”.
Tras haberse producido el triunfo de la Revolución, en enero de 1959, en ocasión de conmemorarse el primer aniversario de la huelga del 9 de abril, Fidel habló en La Habana, en un acto efectuado en La Alameda de Paula.
Entonces expuso: “Hace un año, un día como hoy, esta ciudad, estas mismas calles estaban bajo el terror. Desde allá, desde la Sierra Maestra, donde también pasamos por el dolor de aquel 9 de abril, imaginábamos la capital de la República y a todos los pueblos de Cuba en aquella noche triste del 9 de abril, en aquella noche triste después de la derrota, en aquella noche triste que significó uno de los momentos más duros de la Revolución Cubana. Me imaginaba estas calles, estas calles que ustedes vieron, me imaginaba aquellas perseguidoras, aquellos carros cargados de criminales, aquellos carros repletos de cadáveres y aquel minuto de escepticismo general que sigue a las grandes derrotas, no era la única que hubo de sufrir la revolución”.
Más adelante Fidel aseguró: “El pueblo de Cuba debe saber que la revolución es lucha, que la palabra lucha no debe asustar a un pueblo. Lucha es una palabra de timbre de orgullo para cualquier pueblo que tenga que luchar por defender la revolución”.
Bibliografía utilizada: Bohemia del 13/ abril de 2018
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