
Cuentan los del barrio que el viejo Fortuno, nada tenía que ver con su nombre. Desde que se jubiló, dedicaba el tiempo a revender cuantos productos caían en sus manos, incluso hasta el polvo del Sahara, que popularizó, como excepcional producto para despercudir ollas y sartenes.
Cierto día, en un abrir y cerrar de ojos, su hogar se transformó en un abejeo de personas curiosas que, desafiando el intenso calor de julio, entraban y salían del recinto con cara de asombro:
-¡El huevo!, ¡el huevo! -repetían unos y otros y, como en este país el que no tiene de congo, tiene de carabalí, salí al patio para conocer a qué precio vendía las posturas de la cacareada clo-clo, especie galliforme que cuidaba con esmero, para luego alcanzar mayores dividendos.
Desde la planta superior del edificio contiguo, salió Inés, la que me imagino el porqué hace tiempo dejó el tabaco y también el café:
-¿Qué venden ahora?- preguntó con voz chillona.
-Dicen que huevos.
-Así estarán de caros. De todas formas, deja avisarle a Diana, que quería hacer una mayonesa para el cumpleaños de su hijo.
Y no sé por qué motivo vino a la memoria la letra de Burundanga, tradicional canción, que años atrás interpretaba la Sonora Matancera, ahora versionada a mi manera:
Tongo, le avisó a Borondongo,
Borondongo llamó a Bernabé,
Bernabé lo contó a Cuchilanga
y Cuchilanga llegó a Fortuno otra vez.
Apenas pude acercarme al lugar del hecho, como dicen en las novelas policiacas. Monina, la mulatísima, como se autodefine, detuvo el chancleteo y con donaire dijo:
-Si vas por los huevos, te quedaste en eso y con ganas de aquello.
-¿Se acabaron? -pregunté.
-¡No hombre, no!: La gallina clo-clo, de Fortuno, puso un huevo de medio kilogramo de peso. Ahora sí que el billete es grande.
-Bueno…si en realidad es tan grande como supongo y quiere venderlo, tendrá que picarlo en pedazos, como las calabazas en los mercados agropecuarios.
-¿Y por qué tanta gente?
– ¡Imagínate!, ahí están los del periódico, la radio, la televisión… buscan la curiosidad noticiosa. Comoquiera, poner un huevo enorme es una hazaña para esa gallinita.
-Seguramente los reporteros están interesados en conocer si lo del huevo superlativo es una herencia genética familiar, cuáles son los planes de la gallina para el futuro, la necesidad de
trasladar la experiencia a otros patios, si los niños y las personas mayores de 60 años recibirán un porcentaje adicional normado, si clo-clo pretende romper ese récord…
-¿Y Fortuno? Debe estar contento.
-¿Contento?, yo diría desafortunado. Está que echa humo
-¿Y eso?
-¡Anda como un loco! Dice que va a romperle el pescuezo al promiscuo avestruz que se coló en el corral y montó a su gallinita.