Inolvidable, Julio Gutiérrez

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 14 junio, 2025 |
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Foto Revista Bohemia

El anuario marcaba 12 de enero de 1918, nacía en Manzanillo Julio Gutiérrez quien, años después, figuró entre los principales protagonistas de la escena musical cubana y pionero indiscutible de la descarga.

RECORRIDO MUSICAL

A los seis años de edad aprendió a tocar piano, luego violín y, a los 14 catorce, fundó y dirigió una banda local, con la que actuaba en diversos espacios de la ciudad hasta que, en 1940, Miguelito Valdés, vocalista de la orquesta Casino de la playa, llegó a Manzanillo con  la popular agrupación  y le sugirió al joven Gutiérrez viajar a La Habana, donde podría prosperar como músico.

Una vez en la capital, Valdés, conocido por su mecenazgo,  lo puso al cuidado musical de Anselmo Sacasas, pianista de su orquesta, con instrucciones de ingresarlo al conservatorio.

El segundo ordenamiento se cumplió, pero el primero tuvo problemas. Valdés viajó a Estados Unidos y el muchacho quedó desorientado en medio del ambiente nocturno habanero. Sólo cuando volvió su favorecedor, se convirtió en suplente oficial del referido tecladista.

ACORDE MAYOR

El tema Inolvidable, se convirtió en  su  testimonio musical, el yo lírico compuesto en 1944, en el que fusionó con acierto la poesía y la música, hasta convertirse en uno de los boleros más populares del mundo:

En la vida hay amores/ que nunca pueden olvidarse/ imborrables momentos/ que siempre guarda el corazón…

La difusión invadió nuestro país y traspasó fronteras. Cantantes, de reconocido prestigio, también lo hicieron suyo: Roberto Carlos, Diego el Cigala, Danny Rivera, Fania All-Stars, Eydie Gormé, Tito Rodríguez, Bebo Valdés, Luis Miguel…

No era la primera vez que Gutiérrez componía, pero sí el debut de un exitazo, inspiración que abrió paso a otras composiciones: Cuando vuelvas a quererme, Yo no tomé un barracón y Macurijes.

Comenzaba su carrera por buen camino, antes de terminar los estudios de violín y piano, que logró en 1947. Un año después organizó su Big Band y se lanzó a los escenarios que antes le intranquilizaban la mente.

Junto a su orquesta realizó giras por América Latina y España, de regreso, compuso con intensidad bolero-mambos, chachachás y es nombrado director musical del Canal 4 de la televisión.

Durante esa etapa acompañó a Rita Montaner, Rosita Fornés, Lucy Fabery, Olga Rivero, Cuarteto Faxas, Dúo Cabrisas-Farach, aunque el trabajo más destacado lo hizo para Omara Portuondo y Elena Burke, quienes despuntaban como las nuevas voces femeninas del bolero filin.

OTROS DESAFÍOS

En 1956, la firma Panart le encargó, como proyecto comercial, las descargas o Cuban Jam Sessions de Panart, para grabar dos discos bajo su dirección, devenido trabajo deslumbrante, de improvisación y creatividad.

A su lado, un elenco de lujo: Peruchín Justiz, Chombo Silva, El Negro Vivar, Francisco Fellove y José Antonio Méndez, favoreció la crítica positiva en diferentes medios de difusión.

Finalmente decidió vivir en Ciudad México, donde trabajó como realizador de shows musicales para teatros, actividad que le reportó otros contractos de trabajo en Puerto Rico y Nueva York.

A mediados de los años sesenta, su canción Inolvidable volvió a colocarse en el  hit parade mundial, esta vez  el cantautor boricua Tito Rodríguez, la ubicó definitivamente en la historia del bolero.

Es la etapa en la que Gutiérrez escribió nuevas páginas románticas: Arriba, Pruebo, Luna sobre Borinquen, Se acabó, Trato…y es  concertado para hacer jingles publicitarios de radio y televisión.

Inspirado en ese ambiente creativo llegó a Nueva York, donde organizó la Charanga All Stars, una agrupación de flautas y violines y desarrolló otras acciones culturales que sólo detuvo la muerte, el 15 de diciembre de 1990.

Dejaba a su paso una historia brillante entre boleros y descargas.

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