
Quienes en la actual provincia de Granma vivieron la experiencia del paso por el oriente de Cuba del ciclón Flora, hace 62 años, tenían como referencia de grandes inundaciones las provocadas por las lluvias a él asociadas.
Un testimonio de sus vivencias durante aquel evento hidrometeorológico lo dio a este periódico, para una edición anterior a esta, Rogelio Mirabal, residente en Saladillo, Vado del Yeso, municipio de Río Cauto.
En aquellas jornadas de viento y diluvio, Rogelio observó con impotencia y tristeza cómo las turbulentas aguas cubrían hasta donde se perdía la vista en derredor y se llevaron su casa y la de los vecinos.
Un escenario parecido se apreció en la llanura del Cauto y otros lugares, durante las jornadas posteriores al tránsito, en la madrugada del 29 de octubre último, del potente huracán Melissa por el oriente de nuestro país.

Hasta la placa en viviendas de mampostería y el caballete en las cubiertas con láminas de zinc, fibrocemento u otro material, llegó el agua en un elevado número de hogares granmenses en estos días recientes de, al decir del escritor Gabriel García Márquez, macondiano llover.
Imágenes captadas desde medios aéreos mostraban extensas áreas cubiertas por un manto líquido a los lados del río Cauto. Quizás la gráfica más representativa de cuánto creció el caudal de dicho torrente sea la del agua cerca de su pasarela.
La situación creada hizo necesaria la utilización de helicópteros, medios anfibios, botes y lanchas para rescatar a cientos de hombres, mujeres, jóvenes y niños que quedaron atrapados, con peligro para sus vidas, en medio de un mar turbio.
En entrevistas para la televisión algunas de esas personas, cuentan que perdieron casas, televisores, camas, colchones, refrigeradores, animales de corral y sembrados.
¿QUÉ PASÓ?
Si conociendo lo que se nos venía encima con Melissa, se adoptaron medidas de protección como evacuar a lugares seguros a más de 126 mil personas, recursos materiales y ganado mayor y menor, por qué pasó lo antes reseñado.
El ingeniero Genny Corrales Sánchez, director de Gestión de los recursos hídricos en la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico (EAH) de Granma, explica que el 24 de octubre, fecha en que fue decretada la fase informativa para las provincias desde Camagüey hasta Guantánamo, los 11 embalses administrados por su entidad se encontraban, en conjunto, al 60 por ciento de llenado.
Lo anterior significa que podían asimilar 375 millones 636 mil metros cúbicos de agua, además, como medida de prevención hidrológica la represa Cauto del Paso desembalsó considerables cantidades hasta bajar, el día 28, seis puntos el porcentaje anterior.
Melissa fue un evento marcado por grandes cantidades de precipitaciones en muy corto tiempo, menos de 24 horas, en toda la cuenca del Cauto, no solo de Granma, resalta Corrales Sánchez.
Dicha cuenca hidrográfica comprende partes de las vecinas provincias de Santiago de Cuba, Holguín, Las Tunas y Granma, en esta última se le suma la subcuenca formada por los ríos Bayamo, Cautillo, con el afluente Jiguaní, y la presa Las Villas, en Jiguaní, que en todos los casos sus corrientes van a la Cauto del Paso.

En algunos puntos las lluvias superaron los 500 milímetros, subraya el directivo de la EAH granmense, con nombre comercial Río Grande.
Como consecuencia se registraron vertimientos históricos del embalse Protesta de Baraguá, en Santiago de Cuba, que llegó a desembalsar seis mil 629 metros cúbicos por segundo y Cauto del Paso, cuatro mil 753.
En este último caso significan cerca de 49 millones de metros cúbicos que le entraban por hora a la denominada, indistintamente, Llave del Cauto o Llave de Oriente.
Enfatiza Corrales Sánchez que en previsión hidrológica esa presa fue operada en vísperas de la llegada de Melissa hasta bajarle el agua retenida a 116 millones de metros cúbicos, el 35 por ciento de su capacidad.
Antes de llegar el mencionado meteroro al territorio oriental de Cuba, la represa Corojo, en Guisa, recibió 18 millones de metros cúbicos en dos horas, resultante de aguaceros concentrados en el río Guamá y comenzó a evacuar dos mil 67 metros cúbicos por segundo, más escurrimiento del arroyo Cupaynicú y vertimientos de la presa Guisa, en la localidad homónima.
“En menos de 24 horas esos volúmenes llegaron a la Cauto del Paso”, refiere el entrevistado.
Añade que en ocasiones anteriores, los vertimientos de los embalses Protesta de Baraguá y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba, tardaron unas 72 horas en llegar a la Cauto del Paso y en esta ocasión, lo hicieron en menos de 50 horas, tal como se había modelado.
A los vertimientos antes indicados, de las represas Protesta de Baraguá, Corojo, Guisa y Cautillo, se añadieron los de las Carlos Manuel de Céspedes y Cautillo y el río Jiguaní.
Cauto del Paso recibió y transformó esa gran avenida, sus hidromecanismos funcionaron sin dificultad y los recorridos por la cortina no muestran ningún daño.
Si no existieran las represas y sistemas de canales construidos por iniciativa de Fidel, las afectaciones por las lluvias asociadas al huracán Melissa, que se sabe son importantes, hubieran sido similares a las ocasionadas por el ciclón Flora, asegura Gennys.
El cuasi diluvio provocado por Melissa validó, una vez más, la acertada decisión del Líder Histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, de construir presas para regular grandes avenidas en casos de abundantes lluvias y acopiar agua para tiempos de sequía.

