Jesús Menéndez: ejemplo de excepcional grandeza humana

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 22 enero, 2016 |
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Han transcurrido 68 años del asesinato del líder azucarero Jesús Menéndez Larrondo, aquel 22 de enero de 1948, cuando en su empeño por llegar a todos los obreros de la isla, bajo la consigna de que “el diferencial en la punta de la mocha primero y la zafra después”, se dio a la tarea de reconquistar el terreno perdido.

En ese ir y venir diario encontró la muerte después de reunirse y discursar, primero con trabajadores del central Mabay hoy Arquímedes Colina y luego en el Estrada Palma hoy Bartolomé Masó, ambos en la provincia cubana de Granma. De allí parte, invitado por el representante socialista Paquito Rosales, a Yara y de ahí en tren hacia Manzanillo.

En una de las paradas, subió al transporte el capitán Joaquín Casillas Lumpuy, jefe del Escuadrón 13 del Ejército, en Manzanillo. El oficial designado para el crimen le comunicó a Menéndez que estaba detenido, mas el dirigente le recordó que, en su condición de representante de Cámara, no podía ser conducido, pero…   Sobre las 8 y 15 de la noche de ese 22 de enero, el tren se detuvo en la estación manzanillera, y como el líder proletario no se dejó detener, el oficial disparó contra él.

El crimen estaba planeado por cuanto el líder obrero, dada su posición en defensa de los intereses de su clase, constituía una seria amenaza para el predominio de los monopolios yanquis que, según la tesis de Earl Browder, “estaban interesados en el desarrollo económico de los países latinoamericanos para volcar en ellos sus productos”.

Jesús Menéndez luchó contra el desalojo, el olvido de los humildes, el racismo y el bienestar de los trabajadores.

Desde pequeño fue cortador de caña, vendedor ambulante, purgador de azúcar, retranquero, apartador de tabaco… y a los 18 años ya era un dirigente del sindicato del central Constancia, hoy Abel Santamaría, donde supo enfrentar las presiones del gobierno de Gerardo Machado, organizó las llamadas “marchas de hambre”, luchó por mejoras en los pagos de las escogidas tabacaleras… En 1934 fue delegado al IV Congreso de Unidad Sindical convocado por la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC).

Ingresó al Partido Socialista Popular y fue elegido representante a la Cámara. Desde esas y otras responsabilidades entregó la vida por su pueblo y por la Patria que amó y defendió en todas las tribunas hasta tomar la vanguardia en la batalla por el diferencial azucarero.

De esa manera en las zafras de 1946 y 1947 se pagó el azúcar en dependencia de los precios de las exportaciones yanquis a Cuba. Con esa victoria en la que se vieron beneficiados los sacrificados trabajadores de la agroindustria azucarera el gobierno imperial se propuso   desaparecer de la faz de la tierra al ya prestigiado guía.

Inesperadamente fue asesinado el General de las Cañas pero su muerte se convirtió en vida, en la confirmación de su ejemplo de excepcional grandeza humana, multiplicada en los miles de trabajadores azucareros que se nutrieron de su verbo y de su acción.

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