Jesús, el tesoro que nos dejó el Flora

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Por Sara Sariol Sosa | 10 diciembre, 2021 |
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Fotos Luis Carlos Palacios Leyva

A Jesús Leyva Ramírez le vino el nombre por esa suerte de nacimiento y al mismo tiempo salvación, en que transcurrió su llegada a este mundo.

Fue la abuela quien decidió que así se llamaría, acaso por los ruegos y las súplicas que elevó, cuando vio a su hija puesta a parto en el caballete de la casa, mientras abajo, el ciclón Flora, la segunda mayor catástrofe registrada en Cuba, señoreaba en la llanura del Cauto, y con su maléfico lazo enlutaba la tierra, el aire, la existencia.

En esos precisos momentos de desasosiego llegó el parto, y en medio de la desesperación, alguien pudo alcanzar un machete en el arrastre humano y material que descendía con la corriente. Cortaron el cordón umbilical y un grito de esperanza se hizo en medio del desastre.

Aquel triste suceso pudo haber marcado para siempre la vida del pequeño, pero no lo logró, quizás por eso de que siempre hay una luz en medio de las tinieblas, y porque el hombre, a fuerza de voluntad, es capaz de enderezar y abonar su propio camino.

EL CAMINO

Y eso ha hecho Jesús Leyva, primero en los años en que estuvo en Saladillo, en los predios de Grito de Yara, Río Cauto, comunidad donde nació, y luego en la zona bayamesa de Pompita, donde hace dos décadas asentó su finca agropecuaria, y comenzó a despuntar como un excelente productor.

Si hay algo que a este hombre nunca le ha faltado es la voluntad por vencer adversidades, de ahí que cuando vio que se perdían los frutos de sus cosechas por falta de acopio (por ejemplo, hasta 400 quintales de cebolla), puso manos a la obra y se fabricó con medios propios una batidora con capacidad para 150 litros.

“Ese fue el principio de la mini industria con que hoy cuento, y que me permitió aprovechar al máximo los cultivos no solo míos, sino de un centenar de productores de la base productiva a la cual pertenezco (Cooperativa de Créditos y Servicios Anselmo Aldana)”, detalla con satisfacción.

EL PROGRESO

Lo que fue inicialmente una pequeña alternativa, ha ido en progreso a fuerza de inventivas, hasta llegar a convertirse en una mini industria que comenzó a levantarse alrededor de 20 meses atrás, y que aun sin concluir ya entregó el pasado año unas 300 toneladas de una treintena de surtidos.

“La finca comienza en las márgenes del río Mabay y llega hasta el canal magistral del río Bayamo, con alrededor de 120 hectáreas, dedicadas en lo fundamental a la producción de cultivos varios y cría de ganado vacuno, sobre todo toros.

“Lo mejor de la producción agrícola se destina a la población, a Frutas selectas y a Acopio, y el resto se procesa aquí, con la ventaja de que todo se aprovecha, hasta las semillas de tomate y mango que se convierten en alimento animal”, explica.

La mini industria hoy procesa unas dos toneladas diarias de pulpas y vegetales, y cinco y seis de sirope, con un ritmo productivo de manera lineal, porque el productor previsoramente guarda pulpas (por ejemplo, entre 15 y 20 toneladas de tomate) para cuando determinado cultivo no esté en estación.

EL ENCADENAMIENTO

Una veintena de trabajadores están vinculados a la mini industria (otros 30 laboran en la finca), que favorece el encadenamiento no solo con otros productores, sino también con entidades estatales agropecuarias y con el Comercio, sector este último a donde van a parar como destino final sus elaboraciones.

“Trabajamos muchas veces por pedidos, y cuando iniciamos una producción no descansamos hasta terminarla, para evitar que se deteriore; los trabajadores aseguran ese ritmo, incluso hasta horas de la noche, con el incentivo de que en un mes pueden ganar entre ocho mil y 10 mil pesos”.

Todas las cifras mencionadas apuntan a un crecimiento cuando en un futuro llegue, de acuerdo con los pronósticos, la modernización de la pequeña industria (ahora la cocción es a base de leña y con calderos), la ampliación de las áreas de frutales, la recuperación de vaquerías, y por supuesto mayor cantidad de ingresos en MLC, que ahora permiten en lo fundamental asegurar los necesarios envases.

EL TESORO

Jesús Leyva es indiscutiblemente un hombre comprometido, su diálogo siempre apunta al deseo de que muchos más productores apliquen cuantas iniciativas sean posibles para elevar la oferta de alimentos al pueblo, y con ese mismo entusiasmo habla de una nueva incorporación de surtidos como queso y yogurt natural, porque los volúmenes de leche que acopia no son suficientes como para contratarlos con la industria estatal.

Desde su altura de hombre sencillo y bonachón, lo importante para él es cuanto más puede aportar cada día y tener su mente en permanente generación de magníficas ideas.¡Vaya tesoro que no nos llevó el Flora!

 

 

 

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