
Quienes lo conocen cuentan que Jorge Elías era un niño muy nervioso; hasta le temblaban las manos. El nacido en Las Cupertinas, un barrio muy humilde del municipio camagüeyano de Santa Cruz del Sur, es aún aquel niño tembloroso y nervioso.
Pero acaba de ganar el 72 Campeonato Nacional de Ajedrez y, pese a su carácter, tiene ese instinto «asesino» ante el tablero, del que tanto habló el azerí Garry Kasparov. Fue esa frialdad la que le hizo remontar, en las jornadas finales del torneo, para llegar a la cima y barrer en las partidas rápidas, las que le dieron el cetro.
Tras ese triunfo, le dio sus impresiones a los lectores de Granma.
–¿Cómo se preparó para este torneo?
–Desde el certamen Guillermo García del año pasado no competía. Mi preparación giró en torno a reintentar mejorar mi juego. Antes de los torneos suelo entrenar mucho las cuestiones prácticas, sobre todo la táctica y el cálculo.
–El pasado año quedó por encima de la mitad de la tabla. ¿qué tanto cambió de un año a otro?
–No sabría decirte con exactitud. Traté de mantenerme entrenando durante todo ese tiempo. Jugué varios torneos, como el Capablanca, y el Guillermo García, en los que me fue bien. Creo que eso influyó en mi nivel de juego.
–En este campeonato no estuvieron varios de los principales ajedrecistas del país. ¿crees que influyó en la calidad?
–No creo que tuviera menos calidad. La presencia de Carlos Daniel Albornoz, y de varios grandes maestros la garantizó. Tal vez sin esas ausencias habría sido más fuerte, pero no dejó de tener exigencia y buen nivel.
–No eras el favorito. ¿Pensaste en algún momento que ganarías?
–No, y tampoco era mi objetivo. Mi única meta era completar el título de Gran Maestro. Todavía no he podido obtener la norma, pero me acerqué más a los 2 500 de elo. Me empecé a plantear la posibilidad de ser campeón cuando gané la penúltima ronda. Después de cuatro tablas seguidas, logré empatar en la cima, y eso me sirvió de aliciente.
–Estuviste impecable en el final. ¿Cómo afrontaste esos momentos?
–Ese último día fue como el de los milagros. Estoy seguro de que Dios fue el que hizo la obra, por todas las cosas que pasaron. Por ejemplo, en esa ronda enfrenté a Ermes Espinosa, a quien nunca le había ganado. Además, lo hacía con negras. Pero él se equivocó, y aproveché el momento.
«Luego en partidas rápidas me medí con Dylan Berdayes, quien es muy bueno, y ese es mi punto débil. Eso me quitaba cualquier posibilidad. Muchas veces quedé por debajo en el tiempo, pero traté de jugar seguro, y eso fue determinante».
–¿Qué representa para ti ser campeón nacional?
–Me sorprendió para bien. Es una gran motivación para entrenar más fuerte que nunca, y aprovechar todos los torneos en los que pueda participar.
–Tras la emoción del momento, ¿cuál es tu principal objetivo?
–Sigo queriendo ser Gran Maestro. De ser posible, este año. Para ello, sigo intentando limar mi juego.