La vida de Juan Abrantes Fernández fue fugaz, puesto que falleció en un accidente de aviación el 23 de septiembre de 1959, hace 66 años, a la edad de 24 años cuando viajaba acompañado del teniente aviador Jorge Villa Yanes en una avioneta de las Fuerza Aérea Revolucionaria con destino a Santa Clara.
En la despedida del duelo Ernesto Che Guevara quien solía llamarle “el bravo comandante unitario”, lo calificó como… “(…) soldado de la unidad revolucionaria, que nos tendió las manos desde el primer día en Las Villas. Su epitafio de héroe será la victoria final del pueblo.”
Por su parte el comandante Camilo Cienfuegos consternado por el suceso, dijo…”Luchó siempre por los ideales de una Patria grande y libre, en su vida hay que buscar ejemplos que imitar.”
Cuando el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, perpetrado por Fulgencio Batista, Abrante estudiaba en el Instituto de La Habana, cursando el bachillerato.
Desde los primeros momentos se enfrentó al cuartelazo y participó en manifestaciones y huelgas estudiantiles junto con sus amigos y compañeros de lucha Joe Westbrook, Mario Reguera, Héctor Rosales y Carlos Figueredo.
Pronto se declaró como un decidido partidario de la lucha armada como única vía para derrocar a la dictadura batistiana.
Abrantes fue dirigente del Directorio Revolucionario, junto a José Antonio Echeverría. Perseguido, partió al exilio en 1957, y en enero de 1958 regresó clandestinamente a Cuba. En marzo de ese año se incorporó a la lucha armada en las montañas del Escambray, y participó en la batalla de Santa Clara donde ganó el grado de comandante otorgado por el Comandante Ernesto Che Guevara que también lo designó Segundo jefe de Operaciones.
Tras el triunfo de la Revolución fue designado como Jefe de las Fuerzas Tácticas de Combate del Centro, lugar desde el cual ayudó a detener los primeros intentos contrarrevolucionarios, como la llamada conspiración trujillista, en Trinidad.
Al momento de fallecer tenía 24 años. Había nacido en La Habana el 9 de julio de 1935, en un ambiente familiar tranquilo. Era un muchacho optimista y muy expresivo.
Querido y respetado por sus amigos y compañeros de estudio. Se destacó siempre por sus convicciones de carácter patriótico.