
Cuba es un lugar de privilegio para quienes como Mariela Pantoja Tamayo deciden superar socialmente las adversidades asociadas a problemas hereditarios que generan limitaciones físico-motoras.
Su bienestar se debe en gran manera al equipo de trabajo del Instituto Nacional de Deporte y Recreación (INDER), en Cauto Cristo, donde labora desde hace 18 años de forma ininterrumpida.
La vida de esta mujer exitosa a pesar de la Escoliosis Lumbar Congénita está demostrada en su eficiente labor como profesora de cultura física, especialidad en la que se licenció, tras estudiar un técnico medio en Contabilidad.
Pero llegar a un desempeño profesional sólido fue extremo costoso, asegura la cautocristense nativa de Las Espinas, perteneciente al Consejo Popular de La Seis:
“Desde los cinco meses de nacida me diagnosticaron ese padecimiento. Para entonces a mi madre le dijeron que las consecuencias podían ser múltiples y necesitaría un tratamiento obligatorio por años fuera de la provincia.
“Fue difícil. Mi mamá tuvo que renunciar al trabajo para comenzar una rehabilitación temprana. Solo con un salario pudimos durante un periodo suplir los gastos de consultas permanentes. Caminé a los ocho años, después de ir a la escuela en una silla de ruedas”, recuerda.
Mientras mira segura y satisfecha cuánto ha logrado, responde admirada acerca de cómo fue su vida en lo académico:
“Aunque necesité esforzarme un poco más que mis compañeros de aula, a veces por la imposibilidad de la asistencia, nunca desaprobé ni me sentí diferente. Era gratificante saber que intelectualmente era capaz e iba a estudiar para ayudar económicamente a mi familia.
“Para los demás niños fui muy especial por mi carácter alegre. Me relaciono bien con todos. Aunque este problema de salud impide que aumente de peso, limite el desarrollo muscular y la realización de actividades forzosas, me mantuve activa desde pequeña. Estoy muy agradecida” confirmó.
Su vida laboral inició como económica en la Empresa Agropecuaria Roberto Estévez Ruz, pero al superarse descubrió la pasión por los deportes e integra la nómina de los profesores del consejo popular donde reside.
Mariela asegura las actividades comunitarias tanto en la escuela primaria de la localidad con dos frecuencias semanales, como en la Piscina los fines de semana dirigidas a los diversos públicos.
Su talento, consagración y el deseo de servir en esta labor, le han permitido una integración social óptima a esta mujer emprendedora. Ello es posible gracias a las oportunidades brindadas en su centro de trabajo. Así lo expresó:
“Mis compañeros son como mi familia. Aprovechan cada espacio para hacerme sonreír. Me apoyan en los proyectos personales, incluyen mis propuestas en su agenda y respetan la forma en que me desempeño.
“Tengo disímiles reconocimientos por los resultados alcanzados en varios periodos, pero eso se lo debo a ellos que me apoyan, comprenden y estimulan las áreas donde soy más eficiente. Su aporte es incondicional porque hicieron que me enamorara de esta especialidad y disfrutara al máximo ser esa profesora. Cuando comencé pensaba en lo difícil que sería, por las crisis de dolor en la columna. Hace años estoy estable y junto a ellos superé mis limitaciones físicas”, dijo con gran orgullo.
Cauto Cristo posee uno de los indicadores más elevados de personas con limitaciones físicas, motoras o intelectuales en Granma. Sin embargo, el trabajo institucional sostenido asegura la inserción social y el tratamiento adecuado en defensa de los derechos humanos.