
Aunque fue el 20 de agosto de 1977, cuando -de manera organizada- comenzó a ejercitarse el karate-do (camino de las manos vacías) en Granma, los inicios de su práctica se remontan algunos años atrás.
Bajo la égida de Raúl Martínez, miembro del Ministerio del Interior (Minint), empezaba a promoverse esa tendencia, proveniente de las artes marciales tradicionales del Japón feudal, hasta entonces, desconocida en esta región.
Once compañeros siguieron a Martínez en ese empeño, todos esperanzados en desentrañar los misterios de un nuevo estilo de defensa personal; aunque apenas algunos meses después, la cifra de alumnos se triplicaba.
El gimnasio de la calle Cacique Guamá (antes Rojas), en Bayamo, era el sitio escogido. Allí, tanto pesistas como yudocas daban un chance a los incipientes practicantes, quienes, además de aprender los primeros katas y ejercicios de golpeo, no imaginaron ganar popularidad en poco tiempo.
Así, en 1978 se convocó el primer Campeonato nacional, en la ciudad de Santiago de Cuba. Con una delegación de ocho competidores y su capitán Raúl, el equipo granmense se ubicó en tercer lugar, solo superado por habaneros y santiagueros; mientras, Carlos Medina se erigía como el primer monarca en la historia del karate-do en la provincia.
A inicios de la década de los años 80, del siglo pasado, el estilo continuó afianzándose en este territorio, al punto de formar parte de la sociedad Dínamo Capitán San Luis, del Minint, con jóvenes asumiendo misiones importantes, como la seguridad de altos dirigentes, custodia de objetivos económicos y militares, y acciones de búsqueda y captura, entre otras.
En el afán de seguir fortaleciendo esa disciplina, se emprendió la formación de los primeros instructores. También llegaron niños y mujeres a los sitios de entrenamiento, al tiempo que en Jiguaní y Manzanillo se daban los pasos iniciales en la práctica.
Asimismo, grandes exponentes, como Raúl Rizo, Ramiro Chirino y Dimas Juantorena, vinieron a Bayamo a realizar grandes demostraciones, pero también aparecieron karatecas de nivel, ahí están los nombres de Marino Tamame, uno de los más técnicos de aquella época, junto a los de Eliezer Peñalver y Ángel Arró, que alcanzaban renombre en el país.
A pesar del auge del karate-do, el Inder comienza a regir su práctica a mediados de la última década de la centuria anterior, lo cual incidió en la pobre masividad que tuvo luego y en que desaparecieran sus organizaciones principales.
Interesante artículo, en estos momento me encuentro escribiendo la historia del karate en Manzanillo, ya que fui uno de sus iniciadores .
Dispongo de múltiples fotos del profesor Riso y Chirino cuando visitaron a nuestra ciudad para evaluaciones.
MsC Sergio Torres Zamora