La expedición militar comandada por Fidel Castro Ruz partió hacia Cuba desde el puerto de Tuxpan, en México en el yate Granma, el domingo 25 de noviembre de 1956. El objetivo era desembarcar por la costa sur de Oriente e iniciar la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. El destacamento revolucionario estaba formado por 82 hombres, distribuidos en un Estado Mayor y tres pelotones al mando de los capitanes José Smith Comas, Juan Almeida y Raúl Castro.
El martes 27 de noviembre, llegó a manos de Arturo Duque de Estrada, secretario de actas y correspondencia del M-26-7 en Oriente, el telegrama dirigido a su casa en Santiago de Cuba, el cual decía: “Obra pedida agotada. Editorial Divulgación”.
Era el aviso oficial de la salida de la expedición desde México. De inmediato la noticia le fue trasmitida a Frank País García, como máximo dirigente en la región.Enseguida se citaron a los dirigentes revolucionarios de los municipios orientales para recibir órdenes.
De esta manera se organizaron planes agresivos de apoyo al desembarco armado en Santiago de Cuba, Guantánamo, Las Tunas, Bayamo, Manzanillo, Campechuela y Niquero.Las acciones serían al día siguiente con el designo de desviar la atención del Ejército y los demás aparatos represivos del régimen hacia Santiago de Cuba, Guantánamo y Bayamo.
De preparar las actividades de apoyo en Manzanillo, Campechuela, Niquero y Pilón se encargaron Adalberto Pesant Gonzalez, Elia Sánchez Manduley, César Suarez, Heriberto González Fonseca, Elier Leyva, Crescencio PérezMontano, Ignacio Pérez Zamoray Guillermo García Frías, entre otros.
Acerca de estas actividades contaba Celia: “Allí se movilizaron campesinos hacia la costa. Los compañeros que manejaban camiones cañeros fueron a cumplir la misión de situarse por distintos lugares con tanques de gasolina”.
CORAJE, SANGRE E INCERTIDUMBRE
El viernes 30 de noviembre, en Santiago de Cuba se escribió una historia heroica. Por vez primera, los revolucionarios vistieron el uniforme verde olivo y el brazalete rojo y negro del M-26-7 durante los ataques a las estaciones de la Policía y la Policía Marítima.
Las unidades de la tiranía permanecieron bajo asedio de los combatientes algunas horas, pero al mediodía tuvieron que replegarse. El enemigo logró imponerse gracias a su superioridad numérica y el mayor volumen de fuego.
Las acciones dejaron un saldo de tres muertos: José Carlos Tey (Pepito), Antonio Alomá Serrano (Tony) y Ottón Parellada Hechavarría (Otto).
En tanto, los combatientes acuartelados en varios puntos de la costa esperaron la llegada del yate, el cual no avistó los parajes esperados. Celia Sánchez, desesperada, dio la orden de desconcentración hasta nuevo aviso.
LA BÚSQUEDA ÁREA DEL YATE BLANCO
Desde la Ciudad Militar de Columbia, el general de brigada Pedro Rodríguez Ávila dictó la orden de acuartelamiento total de las tropas en todo el país y declaró la alarma de combate. La orden contemplaba los registros a domicilios, puestos de trabajo, locales de los partidos políticos y asociaciones y los medios de transportes en carreteras; la preparación de emboscadas en puntos estratégicos; y la prohibición de grupos y la disolución de los que se formasen.
Asimismo, el general Pedro Rodríguez disponía la realización de maniobras para la ocupación y defensa de posiciones; custodia de los servicios públicos; la vigilancia de las plantas de radio, televisión y teléfonos; y cuantas medidas de seguridad fuesen necesarias.
A esta altura de los acontecimientos, el Estado Mayor del Ejército (EME) tenía informes suministrados por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) de la partida de la expedición cubana desde México, algunas características del yate y que, presumiblemente, venía bajo el mando de Fidel Castro. Lo que sus informantes no pudieron brindar fue el nombre de la embarcación.
Así, por orden del coronel Francisco Tabernilla Palmero, jefe de la Fuerza Aérea del Ejército, desde las 5: 45 de la mañana los aviones y avionetas patrullan la costa sur en búsqueda de un yate de 65 pies, pintado de blanco, sin nombre, de bandera mexicana y con una cadena que cubría casi todo el barco.
Sin embargo, a 5:00 de la tarde el coronel Tabernilla Palmero comunicó al EME que la búsqueda del yate blanco había sido infructuosa.
El sábado 1 de diciembre, desde la mañana, los medios aéreos del régimen prosiguieron la búsqueda del yate blanco y con bandera mexicana.
Asimismo, el EME instruyó al jefe de la Marina de Guerra, contralmirante José Rodríguez Calderón, para proceder a la detención de la embarcación descrita. Cada distrito y puesto naval debía ponerse en función de detectar y capturar la embarcación. Igual orden se les comunicó a los mandos de los regimientos de Santiago de Cuba y Holguín.
EL DESEMBARCO
El domingo 2 de diciembre, el yate Granma, por orden de Fidel encalló en Los Cayuelos, a dos kilómetros al oeste de playa Las Coloradas, a 20 kilómetros del poblado de Niquero. El desembarco comenzó a las 6: 30 de la mañana.
En poco tiempo abandonaron la nave y se internaron en un tupido manglar. A causa de las pesadas mochilas, el armamento, el manglar y los pantanos, tardaron unas dos horas en llegar a tierra firme.
El mando batisismo mandó desplazó hacia Niquero y Las Coloradas unidades de combates del Ejército, la Marina y la Guardia Rural.
El Guardacostas 106 llegó próximo al yate blanco, el cual en su costado izquierdo tenía pintado su nombre “Granma”. En el acto disparó algunos cañonazos y ráfagas de ametralladoras hacia el manglar. Luego desatascó la pequeña embarcación y la remolcó hacia Niquero.
La orden tajante de Fidel fue avanzar, aun en caso de dispersión, hacia la Sierra Maestra. La guerra de liberación debía prender en las gloriosas montañas orientales.
LA DESINFORMACIÓN EN TORNO DEL YATE GRANMA
Desde ese momento comenzó a tejerse la macabra leyenda de que el yate Granma había sido destruido y hundido y que Fidel y Raúl Castro, Juan Manuel Márquez y otrosconocidosrevolucionarios habían sido muertos en los combates con las tropas del régimen.
Hasta en los Estados Unidos se festejaron los supuestos éxitos militares de Batista contra la expedición de Fidel Castro. Ese domingo, durante una reunión de los jefes de las Estaciones CIA, presidida por su máximo directivo J. C. Knight, llegaron noticias del desembarco de Fidel y su rápido aniquilamiento.
El informe se los trasmitió directamente Arthur Gardner, embajador estadounidense en Cuba, presente en la junta. Sus palabras fueron: “Nuestro amigo, el presidente Batista, me acaba de llamar para informarme que una lancha en la que iba un grupo de hombres ha sido hundida en aguas de la provincia de Oriente cuando trataba de desembarcar. Los pocos supervivientes están siendo localizados por el Ejército y la Fuerza Aérea”.
Y agregó eufórico: “Batista me ha dicho que el jefe del grupo expedicionario es un antiguo agitador estudiantil de la Universidad de La Habana, llamado Fidel Castro, que se encuentra entre los muertos”.
Lo único que había sucedido hasta ese momento desde el punto de vista militar eran los ametrallamientos a bohíos campesinos, a dos kilómetros al sur de Las Coloradas, por dos aviones Catalina de la Marina de Guerra y una avioneta Beaver.
Sin embargo, en horas de la noche, el corresponsal de la agencia United Press (UP) en La Habana, Francis McCarthy, difundió la noticia del aniquilamiento de los expedicionarios y de la muerte de sus principales jefes, incluido la de Fidel Castro. En el cuerpo noticioso precisaba: “Aviones militares del gobierno ametrallaron y bombardearon a las fuerzas evolucionarias esta noche y aniquilaron a cuarenta miembros del mando supremo del Movimiento 26 de Julio. Entre ellos figuraba su jefe, Fidel Castro, de treinta años de edad.”
En otra sensacional noticia de esa noche, McCarthy afirmaba: “Entre los jefes más destacados que cayeron en el ataque al lado de Castro figuran su hermano menor Raúl, Juan Manuel Márquez. Los documentos que llevaban en sus bolsillos identificaban a Fidel Castro como ‘mayor genera’, a Márquez como ‘general’ y a Raúl como ‘capitán’.
El reaccionario Diario de la Marina, después de hacerse eco de la muerte de Fidel Castro y los miembros del alto mando del M-26-7, publicó en su edición del 4 de diciembre: “La identificación preliminar de los tres principales líderes de la revolución ‘aniquilados’ en la acción del domingo en un cañaveral en la costa sudeste de Cuba, fue establecida por documentos”.
La dictadura dispuso el estricto control de la información por medio del denominado Negociado de Prensa y Radio del EME, la encargada de emitir los “partes oficiales” de las operaciones militares. Por supuesto, nada de lo trasmitido se correspondía con la realidad. Toda esta propaganda se realizaba sin haber tenido ningún contacto con el destacamento expedicionario.
Las agencias de noticias imperialistas acudían a la desinformación, sin importar tan descabellados infundios. Eran parte de la técnica de confusión, en los marcos de una guerra sicológica. Lógicamente, la dictadura obtenía amplios beneficios con la circulación de aquellas tergiversaciones e infundios.
El 3 de diciembre, las fuerzas batistianas del 1º Batallón, al mando del comandante Gonzalez Ramos,establecieron un cerco en la zona de desembarco. Las líneas se extendieron desde Niquero a Boca del Toro, con emboscadas y patrullas en La Esperanza, Alegría de Pío, La Juba del Agua, Río Nuevo, Sevilla Arriba, Los Quemados, Pozo Redondo, Belic, Pozo Empalao, Boca del Toro, entre otros puntos.Una segunda línea de contención comenzó a consolidarse con los efectivos de la Guardia Rural a lo largo de la carretera de Niquero a Pilón,
Parecía que el éxito del régimen dictatorial sería total. Pero los estrategas batistianos descuidaron un factor: la voluntad de lucha del pueblo, que estuvo en todo momento dispuesta a auxiliar y secundar las acciones revolucionarias.
FUENTES: José L. García González: La guerra sicológica contra Cuba 1956-1958 (1889);Alberto Ferrera Herrera: El Granma: la aventura del siglo (1990);Rolando Dávila Rodríguez: Lucharemos hasta el final. Cronología 1956(2012); y Colectivo de autores: El desembarco del yate Granma. La epopeya en la memoria (2016).