La fortuna de un hombre sin fortuna

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Por Osviel Castro Medel | 23 junio, 2025 |
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FOTO/ Luis Carlos Palacios

Es uno de los imprescindibles en la historia de Cuba. Sin embargo, su vida, llena de sacrificios tremendos, no resulta demasiado conocida.

Francisco Vicente Aguilera Tamayo, el ser humano que se convirtió en patricio ejemplar, vino al mundo el  23 de junio de 1821 en Bayamo para dejarnos, al paso del tiempo, una obra estremecedora.

No en balde José Martí, tan exacto para dibujar a los hombres, lo llamó en 1892  «el millonario heroico, el caballero intachable, el padre de la república».

Llegó a poseer más de dos millones de pesos, cientos de esclavos y más de 4 100 caballerías de tierra y, al final, murió sin haber cumplido los 56 años, congelado por el frío de Nueva York, con los zapatos agujereados y el alma tristísima por no ver la patria sin cadenas. 

No tenía necesidad de haberse ido a los montes para intentar la independencia y el surgimiento de la nación pues tenía un bolsillo anchísimo,  una cómoda cama, un caudal para respetar. Pero una frase suya, a raíz de la quema de Bayamo (12 de enero de 1869), cuando vio arder algunas de sus más valiosas propiedades, define su filosofía:  «Nada tengo mientras no tenga patria».

Es decir que para él, quien procreó 11 hijos y se fue con varios a vivir privaciones en los campamentos mambises, ninguna fortuna material podía sustituir la que hace falta en el espíritu.

Digamos más: Aguilera podía haberse dejado cosquillear por las intrigas porque le dijeron abierta o subrepticiamente que él  debía ser el  jefe independentista, por encima de Céspedes, quien adelantó el levantamiento.

No olvidemos que él era el líder de la Junta Revolucionaria de Oriente, creada 14 meses antes de la insurrección. Sin embargo, había entendido que lo importante era servir al país que comenzaba a nacer desde cualquier puesto.

¡Qué grandes enseñanzas para este tiempo, en el que algunos pasan la existencia ideando cómo escalar posiciones no para servir sino para servirse, y en la que ciertos personajes creen que un arca llena de billetes puede comprar cualquier idea o sentimiento!

Con Francisco Vicente, quien fue bachiller en leyes y ocupó diversos cargos públicos antes de lanzarse a la manigua redentora, nos sucede igual que con otros: lo recordamos en las «fechas cerradas», pero no en el resto de los días. Y, al final, lamentablemente, no sabemos de él.

No bastan los eventos teóricos sobre su vida,  ni que existan un preuniversitario o una avenida transitada con su nombre, tampoco que una escultura lo recuerde encabezando el bayamés Retablo de los Héroes.

A este hombre le debemos más ofrendas diarias a lo largo de toda Cuba o más allá y no solo en la ciudad donde nació y reposan sus restos. A este cubano que llegó a ser Lugarteniente de Oriente, Secretario de Guerra y Vicepresidente de la República en Armas necesitamos acudir con mayor frecuencia.

Con su trayectoria se ratifica que estar fuera de fronteras no significa una afrenta porque Aguilera partió en 1871 y aun desde la lejanía no dejó de latir por la causa de los suyos hasta que murió enfermo de la laringe el 22 de febrero de 1877.

Con su existencia se ratifica que nuestro pasado está lleno de ejemplos, anécdotas, glorias… mujeres y hombres que no estudiamos cuando en realidad deberían ser espejos de cada jornada.

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