
Amanece en Corralillo, atractivo Consejo Popular de la Sierra Maestra, en Guisa, donde pilar café y festejar el fin de año en familia, devienen arraigadas tradiciones.
El olor del aromático grano, recién colado, alborota a los vecinos congregados en torno a la bodega mixta de productos industriales.
-Están colando del bueno-dijo una de los presentes.
-Debe ser en casa de Clotilde-Agregó otra-Está levantada desde temprano. A propósito, dicen que hoy llega un familiar de ella que trae azúcar para vender.
-Muchacha,ayer me enteré que está esperando una herencia que trae Jennifer, su primo hermano, aquel muchachito que mataperreaba por el lomerío y que desde hace años vive en Puerto Rico.
Todos hablan del suceso y hasta de los proyectos familiares, para el nuevo año: una motorina para Juan, el esposo, la bici eléctrica la destinarán a Marianita, la mayorcita , celulares para los primos más cercanos y una planta eléctrica, para librarse de los apagones, que vale una pila de pesos.
También hablaron con el compadre Leopoldo para el marrano del 31 de diciembre, a pagar con el dinero que trae el primo y hasta contrataron a los mariachis del pueblo, porque Jennifito, el visitante, es fan a la música mexicana, está forrao en billete y quiere gastarlo en Cuba.
-¿Tanto?
-Qué sé yo, pero de que tiene…¡Los tiene!
-Seguramente es dueño de un central.
-Si fuera uno…Dicen que tres.Imagínate,tiene dinero hasta para echarle a los puercos.
-Seguro que se enteró del alto precio del azúcar, que por acá tiene ,y viene a establecer alguna Mipine para levantar más su capital.
-Ojalá que traiga bastante para ver si dejamos de endulzar el café con raspadura porque, en honor a la verdad,están carísimas. A veces pienso que si vendieran dos o tres abejitas por núcleos… pudiéramos fabricar nuestra miel, alternativa para mejorar la salud y el bolsillo.
-Pagar 30 pesos por una libra de azúcar, no hay quien se la mande. De todas formas traje unos tickets, por si acaso.
-¿Para repartir las abejitas?
-No, chica, para organizar la venta de azúcar. Bien conoces a la gente del barrio.
Y mientras la conversación prosigue el tema, una nube de polvo avanza por el terraplén rumbo al caserío:
-Allá viene-alertó alguien.
En breve el auto detuvo la marcha frente a la multitud.Un hombre desciende y sacude el pullover:
-Jennifito, muchacho! Qué alegría verte. Estás gordísimo y colorao como un tomate-Dice Carolina mientras se acerca, sin apartar la mirada del modesto equipaje acompañante.
-Disculpa la indiscreción, pero…¿Trajiste azúcar?-preguntó ella.
-Vine cargao. En Puerto Rico he gastado un dineral en medicamentos para la Diabetes y no baja la glucosa en sangre.