
El tres de mayo de 1923 nació en La Habana Marta Arjona Pérez quién dedicó gran parte de su fecunda existencia a trabajar en aras de la conservación de nuestro patrimonio cultural.
Estudió dibujo y modelado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de San Alejandro en 1945 y posteriormente cerámica en la École de Métiers d’Arts Appliqués en París, Francia.
De esos años recordará con admiración y gratitud a profesores como Juan José Sucre, Armando Maribona, Manuel Vega y Florencio Gelabert; así como las fraternales relaciones con compañeros como Roberto Diago, Luis Alonso, Hernando López, entre otros.
Se integró como miembro fundador a la Asociación de Pintores y Escultores de Cuba (APEC), trabajó en el legendario taller de Santiago de las Vegas fundado por el Dr. Juan Miguel Rodríguez de la Cruz, años más tarde, abrió su propio taller, en el que siguió creando obras de delicados colores, sugestiva belleza e indiscutible cubanía.
Abogó por el rescate de las tradiciones, por la creación de una obra auténtica, despojada de elitismo y de elementos extranjerizantes, esencialmente popular.
Formó parte del grupo de artistas que, al inicio de la década de los 50, desarrolló la cerámica cubana, teniendo como centro el taller de Juan Miguel Rodríguez de la Cruz.
El uso de nuevas técnicas, y la vinculación de la cerámica a proyectos arquitectónicos y murales, constituyeron aportes esenciales de este grupo integrado por figuras de la talla de Amelia Peláez, Mirta García, Rebeca García Robés y los pintores René Portocarrero y Mariano Rodríguez.
La destacada creadora de las artes visuales , falleció en la capital cubana el 23 de mayo de 2006.