La Numancia de Cuba: mirada arquitectónica (audio y fotos)

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Por Dayami Monges Corrales y Melitza Vargas | 14 enero, 2024 |
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Ruinas del incendio/ FOTO Archivo Histórico

Desde 1837 San Salvador de Bayamo, ostentaba la condición de ser una urbe reconocida desde el punto de vista arquitectónico, y en ese mismo año, pasó de ser Villa a Ciudad, a partir de lo cual aumentó el número de alcaldes, regidores y funcionarios públicos.

Con estas nuevas denominaciones, comienzan a enarbolarse planes para una reestructuración urbana y arquitectónica, surgiendo así importantes instituciones como el Teatro y el Hotel Bayamo, y también la Sociedad Filarmónica.

Carlos Manuel de Céspedes al referirse a la arquitectura de la Sociedad Filarmónica, dice que esta era moderna, pues en ella se evidenciaban estilos constructivos clásicos, provenientes de ciudades de Europa como París, Londres, y Roma.

Ruinas del incendio/ FOTO Archivo Histórico

El movimiento de renovación urbano en Bayamo, dio paso, de igual forma, a la transformación de la otrora Plaza de Isabel II, hoy Plaza de La Revolución, en un pintoresco parque, con sus primeros jardines y asientos, ubicados en el propio entorno de la Sociedad Filarmónica.

“Bayamo, para este periodo de 1862 y 1869 tenía un crecimiento de 10 mil habitantes, y la ciudad misma contaba con alrededor de  mil 300 casas, las cuales estaban estructuradas en 16 calles y una treintena de callejones, estamos hablando de calles pequeñas, estrechas, que se han heredado a lo largo del tiempo”, explica el historiador Aldo Daniel Naranjo.

“Hoy vivimos en esa misma estrechez de calles, sencillamente por una razón, y es que en esa época el medio de transporte fundamental eran los coches y carretones. Pero fue con esa estructura con la que concluye Bayamo antes de comenzar la Guerra de 1868”, añade.

A partir de la decisión de los bayameses de prenderle fuego a la ciudad, la Villa queda bastante destruida; pero, ¿cómo quedaron las calles de Bayamo luego del 12 de enero de 1869?

La ciudad quedó en ruinas, y a pesar de que a los ojos modernos pudiera parecer una atrocidad, el episodio de aquel 12 de enero de 1869 iluminó a Cuba.

Resurgir de las cenizas

Bayamo emerge del siglo XIX en un estado de destrucción casi total, no solo la ciudad, sino también la zona rural, pues se quemaron junto a ella numerosos poblados de la región, entre ellos la localidad de El Dátil.

Ruinas del incendio/ FOTO Archivo Histórico

Veinte ingenios azucareros y sus trapiches fueron arrasados por el fuego, además quedaron devastadas grandes haciendas, sus potreros y corrales, reduciéndose considerablemente la cuenca ganadera bayamesa.

Razón por la cual, sus pobladores recurrieron a la siembra del tabaco fundamentalmente, como vía para el desenvolvimiento monetario, al ser un producto de fácil reposición en esa época.

Con el paso del tiempo, en la década de 1920, la ciudad empezó a florecer otra vez, con la edificación de varios inmuebles en el territorio, no solo privados, sino también con la ejecución de obras públicas.

Antes del Triunfo de la Revolución, el terreno del actual municipio de Bayamo pertenecía a grandes terratenientes que, de igual manera, contribuyeron al desarrollo arquitectónico y económico de la ciudad.

No obstante, el progreso continuaba siendo lento, al punto de que, en 1934, los periodistas Emilio Garcés y Rubén Castillo Ramos, junto a Joaquín Román, promotor de la cultura bayamesa, fundan el Comité Pro-Reconstrucción de Bayamo.

La localidad aún no tenía sus calles asfaltadas, y sus edificios seguían estando en ruinas, por lo que el comité tuvo el encargo social y cultural de concientizar a las máximas autoridades del país de la importancia de restaurar la urbe.

Fue precisamente dicha institución, la que logró que el 30 de diciembre de 1935 se le otorgara a Bayamo el título de Ciudad Monumento Nacional.

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