A mediados de enero de 1957, la tropa rebelde guiada por Fidel Castro se aprestaba a librar su primer combate en la Sierra Maestra contra la tiranía de Fulgencio Batista.
Para realizar esta hazaña escogen un cuartel que estaba en construcción en la desembocadura del rio La Plata.
La Plata es un pequeño caserío asentado en las márgenes del río que lleva este nombre y allí estaba una reducida tropa de al menos 12 hombres.
Los guerrilleros tenían en su poder 23 armas: nueve fusiles con mirilla telescópica, cinco semiautomáticas, cuatro de cerrojo, dos ametralladoras Thompson, dos pistolas ametralladoras y una escopeta calibre 16.
En la madrugada del 17 de enero, los revolucionarios tomaron posiciones frente al cuartel y comenzaron a combatir.
El Guerrillero heroico Ernesto Che Guevara comenta… Así fuimos acercándonos a las posiciones enemigas hasta llegar a unos cuarenta metros. Había buena luna. Fidel inició el tiroteo con dos ráfagas de ametralladora y fue seguido por todos los fusiles disponibles. Inmediatamente, se invitó a rendirse a los soldados, pero sin resultado alguno.
El ataque había comenzado a los dos y cuarenta de la madrugada y los guardias hicieron más resistencia de la esperada, había un sargento que tenía un M-1, y respondía con una descarga cada vez que le intimábamos la rendición; se dieron ordenes de disparar nuestras viejas granadas de tipo brasileño; Luis crespo tiró la suya, yo la que me pertenecía. Sin embargo, no estallaron. Raúl Castro tiró dinamita sin niple y está no hizo ningún efecto. Había entonces que acercarse y quemar las casas aun a riesgo de la propia vida (…)
Los soldados batistianos acosados por los rebeldes terminaron rindiéndose. Tuvieron tres heridos, dos muertos y cinco prisioneros. Los revolucionarios adquirieron ocho fusiles ametralladoras, mil tiros, alimentos, medicamentos y ropa.
Luego de curar a los heridos, y dejar en libertad a los prisioneros se entregó toda la medicina disponible para la atención de los lesionados, algo que se convirtió en una práctica habitual durante el curso de la guerra.
Tras el triunfo de la Revolución, el Che escribiría en Pasajes de la Guerra Revolucionaria que: “Uno de esos soldados Víctor Manuel Maché, se incorporó después a las tropas del comandante Raúl Castro y alcanzó los grados de teniente, muriendo en un accidente aéreo ya cuando la guerra se había ganado”.
Las fuerzas rebeldes se retiraron a Palma Mocha en busca de las pendientes de la Sierra Maestra.
El combate de La Plata, al decir del Guerrillero Heroico, “constituyó nuestra primera victoria y tuvo cierta resonancia […] Fue un llamado de atención a todos, la demostración de que el Ejército Rebelde existía y estaba dispuesto a luchar, y para nosotros, la reafirmación de nuestras posibilidades de triunfo final”.
Raúl, según las anotaciones de su diario de campaña correspondiente al 17 de enero de 1957, respiraba ese optimismo al cual se refería el Che: “Nos despedimos de los prisioneros con un abrazo, soltamos a los civiles presos. Uno de ellos nos serviría de guía y nos encaminamos rumbo a Palma Mocha por un camino que bordea la costa. Desde lo lejos se veían arder sobre los cuarteles de la opresión las llamas de la libertad. Algún día no lejano, sobre esas cenizas levantaremos escuelas”.
Fidel Castro estableció allí la Comandancia de sus tropas en 1958 con el fin de ayudar a la guerrilla brindándole provisiones y albergue. Desde aquí los rebeldes hicieron frente a la ofensiva de la tiranía y desde aquí partieron a cumplir misiones en el Llano.
La Comandancia General de La Plata, declarada Monumento Nacional, fue en 1958 el lugar escogido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y sus hombres para establecer un cuartel general con el fin de proporcionar albergue y provisiones a la guerrilla. Desde La Plata los combatientes rebeldes enfrentaron la ofensiva de la tiranía y desde ella partieron a cumplir misiones en el Llano.