La prosa poética de Alsina

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 6 abril, 2023 |
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FOTO Luis Carlos Palacios Leyva

Juan Manuel Alsina Milanés (1969) es un joven manzanillero que cabalga sobre la intimidad de sus escritos, le fascina la lectura, promueve en diversos escenarios el potencial artístico y, junto al proceso creativo que en él se advierte, llega más allá de sus palabras.

-Siempre digo que nací con un libro en la mano. Mi padre, José Alsina García, era un lector apasionado, a tal extremo que cuando salíamos a pasear en vez de llevarme a un parque de diversiones, acudíamos a una librería.

“Aquello produjo en mí una reacción positiva y a la vez adversa. A los cuatro años de edad ya sabía leer y escribir, echaba a un lado los juguetes, a tal punto que nunca aprendí a jugar bolas, ni a bailar trompos, ni a empinar papalotes…

“Leía muchos libros infantiles y cuando no me gustaba el final,tomaba una libreta y los terminaba a mi manera. Al otro día lo releía, pensaba que la terminación podía ser diferente, lo volvía a cambiar y así pasaba el tiempo. Menos mal que los autores nunca me demandaron por eso”.

-¿Esa manera distintiva marcó su inicio literario?

-Cursaba el tercer año de la carrera de Estudios Socioculturales, cuando conocí a la profesora Maritza Labrada, quien me habló sobre la necesidad de especialistas del Centro de promoción para la cultura literaria Manuel Navarro Luna, escogieron de ese curso a los cinco mejores expedientes y figuré entre ellos”.

-¿Qué le representa el centro?

-Aprendí a ser multifacético, como todos los que laboramos aquí, a desempeñarme en la jefatura del departamento de Promoción cultural y corrector de la Editorial Orto. Conduzco la peña El Candil, cuyos invitados son personalidades de la cultura: escritores, actores, pintores, músicos, bailarines…

“Lidero el espacio infantil Mi niña quiere saber, otro destinado a jóvenes y adolescentes llamado Lecturas sin fin, en el que se abordan temas polémicos dentro de la literatura cubana y otro relacionado con la prevención del VIH-Sida, desde la literatura.

“De no haber conocido esta importantísima institución, hubiera sido un escritor varado en el tiempo, por eso agradezco a quienes me llevaron a conocer el mundo editorial y a los escritores que lo protagonizan con sus propuestas”.

-Hábleme de su obra.

-Inicialmente publiqué en España algunos trabajos relacionados con la Literatura gótica, la música… comencé a conocer la obra de algunos escritores cubanos de la década de los años 90 del pasado siglo y las tendencias narrativas del llamado realismo sucio (marginalidad, tabúes, fobias…).

“Tengo varias publicaciones: cuentos Beautiful people (2010), por Ediciones Laponia, entidad independiente y alternativa en Houston, Estados Unidos, destinada principalmente a obras en Lengua Española.

También rubriqué Isla sin dioses (Orto, 2014), La isla en versos II (Apostrophes Ediciones, Chile, 2014); Premio nacional de cuento Benigno Vázquez Rodríguez, 2015; Tres toques mágicos (Letras Cubanas, 2017) y el de poesía, temática gay, titulado Crepúsculo, torsos y polen (Ediciones Laponia, 2019) y varios textos en publicaciones de Cuba, España, Argentina…

“Trabajo en el texto Historias de cama, que presentaré a Ediciones Orto y paralelamente llevo otro volumen de poesía relacionado con el suicidio subliminal. Se trata de una especie de prosa poética de cómo determinados videos musicales pueden inducir a la muerte de las personas y otros relacionados con diversas instituciones sociales del país”.

Este poeta, narrador, promotor cultural y creador de fantasías secretas y personajes marginados deviene ícono de la literatura en Granma, desde su natal Manzanillo, ciudad que un día le abrió las puertas a su pasión y empeño.

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