La salud primero

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 1 junio, 2022 |
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FOTO Tomada de http://increible.co/

Tras ocho horas de jornada laboral, Alicia llega a casa para asumir las tareas hogareñas, sin embargo, encuentra un contratiempo: habían afectado el servicio eléctrico y el arroz refrigerado desde el día anterior para agilizar la comida no tenía buen aspecto.

El olor y la apariencia de los blancos granos le hicieron evocar un percance que vivió en carne propia, siendo niña, tras ingerir un potaje con cierto amargor, que desencadenó vómitos y diarreas.

Con una experiencia tan cercana, y consciente de lo que implica ingerir alimentos en mal estado, Alicia opta por cocinar un arroz fresco para los suyos, máxime cuando hay niños de por medio para consumirlo.

Muchos no prestamos la debida atención a las afectaciones que provocan en los alimentos las altas temperaturas y la mala conservación, causantes de la proliferación de bacterias y enfermedades por intoxicación y gastrointestinales que perjudican nuestra salud.

Cuando convivimos con personas vulnerables, digamos,  niños, ancianos, mujeres embarazadas y otros que   padecen enfermedades, se deben extremar los cuidados en la higiene y conservación de los alimentos.

El ajetreo en casa y el afán por salir rápidamente de los escollos de la cocina no pueden conducir nunca a descuidos en ese sentido que pueden poner en riesgo la vida de un ser querido.

Si es de los que cocinan de un día para otro y guardan la comida preparada, recuerde refrigerar preferentemente en frascos de vidrio, sacar solo aquello que se va a cocinar y desechar la comida que quede recalentada.

No todos los alimentos se descomponen en igual medida, entre los más propensos tenemos: arroz, papa, frutas, pescado, carnes y huevos.

Detectar su descomposición es fácil, porque siempre se percibe un cambio de coloración, textura, sabor y olor. Por ejemplo, si la leche de soya empieza a parecer natilla, no debe tomarse.

Igual de alertas, debemos estar si pretendemos consumir alimentos en la calle, expuestos al calor y a largos períodos sin congelar, exigencia a la cual se suma la manipulación adecuada de la comida para impedir su deterioro y la multiplicación de gérmenes.

Administradores, dependientes, gastronómicos y trabajadores por cuenta propia también deben estar pendientes de las fechas de caducidad de sus productos enlatados y embotellados, las condiciones adecuadas para la exposición de alimentos crudos y la higiene de los envases para las ofertas a granel, sobre las cuales gravitan otros peligros, como el reenvasado, la adulteración y la pérdida de la llamada cadena de frío (control continuo de la temperatura).

Ante la sospecha de un alimento descompuesto siempre es bueno sopesar riesgos y beneficios. La salud está primero.

 

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