
Una ciudad de tanta historia y valores arquitectónicos como Bayamo, necesita hombres y mujeres que ayuden a conservarla, y devolverles la belleza a construcciones y sitios, donde el paso inexorable del tiempo ha dejado una marca, que debe ser borrada y convertida en obra de arte.
Con el fin de formar la fuerza laboral capaz de rescatar el esplendor original en edificaciones de estilo colonial y valores patrimoniales, en la capital provincial, fue creada, el 7 de noviembre de 2019, la escuela-taller Walter Betancourt Fernández.
La institución comenzó con 62 trabajadores en formación, que es la categoría asignada a los estudiantes, e impartiendo las especialidades de albañilería integral de restauración, carpintería integral de restauración, cerámica de restauración, jardinería y herrería de restauración.
Así lo dijo a La Demajagua Adalberto Rodríguez Cedeño, subdirector del centro, y develó las interioridades del singular plantel.
“La escuela surge como parte de una iniciativa de que en Cuba existieran escuelas-talleres en las siete ciudades patrimoniales, de modo que en ellas se formara -en diferentes oficios- a las personas que se dedicarían a los trabajos de conservación.
“Es válido destacar que la figura de Eusebio Leal fue clave para la creación, no solo de nuestra escuela-taller, sino del resto de los centros formadores, esparcidos en las urbes patrimoniales de la nación.
“Resulta muy oportuno aclarar que la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) de Bayamo es quien auspicia y dirige este tipo de institución educacional con características peculiares, porque está destinada, fundamentalmente, a desarrollar habilidades y hábitos en jóvenes desvinculados del trabajo y del estudio, en los oficios antes mencionados.
“De aquí nace la fuerza laboral que se desempeñará en el mantenimiento y recuperación de la obras que, en la Ciudad Monumento Nacional, tengan un valor patrimonial.
“No obstante, nuestros egresados también pueden buscar trabajo en otros lugares, y aunque en la capital provincial se concentra su quehacer, también pueden contribuir con la restauración de ciudades como Manzanillo, u otros municipios que tengan construcciones patrimoniales, tanto en Granma como en otra provincia”.
LOS PRIMEROS PASOS
Aunque son escasos los años de vida, ya este centro realizó, el 11 de noviembre de 2022, su primera graduación, en la cual 34 estudiantes recibieron el título acreditativo. Ahora 19 noveles conforman la matrícula y en julio de 2024 deben concluir su formación en las diferentes especialidades.
Los egresados de esa primera graduación forman parte de los profesores de la institución, o se cuentan entre el personal de la brigada de maquetistas y carpinteros de la OHC.

Sobre los planes futuros, Rodríguez Cedeño declaró que están estrechamente relacionados con las necesidades que tenga Bayamo, pues la OHC hace un estudio de los jóvenes que necesita, y con respecto a esa demanda se conforma la matrícula.
“Aunque tenemos los cinco oficios antes mencionados, hemos tratado de crear nuevas especialidades vinculadas con la electricidad y restauración de obras relacionadas con las artes visuales, pero no se han concretado, porque los estudios de la OHC reflejan que, por el momento, no son necesarias”.
MÉRITOS ADICIONALES
La escuela-taller Walter Betancourt Fernández no solo tiene el mérito de formar a quienes le mantendrán y le devolverán la belleza a Bayamo, sino que a su labor formativa ha sumado varios premios por el excelente trabajo de restauración en un inmueble prácticamente destruido, para darle las condiciones ideales y convertirlo en un centro educacional.
Uno de los lauros fue el Premio provincial de Restauración 2022, el cual sirvió de aval para nominar esta institución al Premio Nacional de Restauración 2023 -entre otras razones- por el rescate total de la cubierta, las áreas de piso, el mantenimiento en muros interiores, la reanimación del patio interior y la ambientación de espacios, teniendo en cuenta su pertenencia al estilo neoclásico de finales del siglo XIX.
Otras características arquitectónicas que resaltan son los arcos ojival, las columnas del orden corintio, el patio y el corredor interno, el techo a dos aguas y colgadizo, cubierto de madera con tejas francesas.
Aunque no obtuvieron el máximo galardón nacional, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural les otorgó dos menciones, por la importancia e impacto del rescate del inmueble, y la significación para la formación de las futuras generaciones encargadas de preservar obras representativas respecto a la espiritualidad.
Al veredicto se le agregó la aplicación de métodos de investigación de la ciencia de la conservación, en el proceso de intervención.
Los premios significaron un reconocimiento a labor de recuperación realizada en una obra que estaba muy deteriorada, prácticamente en ruinas, y que constituye orgullo de quienes la habitan.
CLAUSTRO Y FORMACIÓN
En el colectivo de profesores, conformado por 13, se encuentra el joven Alejandro Pérez Brizuela, quien resultó elegido el alumno integral de la primera graduación, y quiso quedarse en la institución para contribuir a la formación de sus estudiantes.
Según sus palabras, el actual desempeño significa para él un sueño cumplido, y a la vez un privilegio, porque ayuda a formar a jóvenes que, como él, aman la restauración.
“Las puertas que desde aquí se abren son muchas, porque salimos bien preparados y estudiamos en profundidad, fundamentalmente, los estilos coloniales relacionados con cada uno de nuestros oficios.
“Lo que más me alegra es que siento tanto amor por esta escuela, que no hay felicidad más grande que luego de terminada mi formación profesional, aún permanezca en ella como profesor”.
Aunque hay estudiantes en todas las especialidades, las que más llaman la atención son albañilería integral de restauración, cerámica y jardinería de restauración, aspecto validado en el hecho de que son, además, los oficios que mayor matrícula tienen.
Con respecto al cumplimiento de los dos años de formación, Rodríguez Cedeño señaló que la Covid-19 impidió que se cumpliera el programa y hubo de extenderse un año más.
No obstante, resaltó que, a pesar de todas las dificultades derivadas de la pandemia y la situación económica que tiene el país, el colectivo de profesores no ha dejado de trabajar y ha aplicado variantes para ir superando los obstáculos sin olvidar que, en su caso, la premisa es aprender-haciendo.
“Hemos logrado que nuestros alumnos se formen en sus diferentes áreas de trabajo, quieran la escuela, su oficio y sientan un inmenso amor por Bayamo, pues al final esa pasión será volcada en cada obra que le devuelva una nueva imagen a la Ciudad Monumento Nacional”.
Conclusivas sobre la importancia de la escuela-taller Walter Betancourt Fernández, fueron las palabras del Máster en Ciencias Ludín Bernardo Fonseca García, Historiador de la ciudad, quien en el acto de la primera graduación formuló para la institución el gran reto de reflejar su labor en la ciudad, y el sueño de que los graduados contribuyan a lograr en Bayamo la misma estética y belleza que el resto de las urbes patrimoniales de Cuba.