
“Yo nací en San Pablo de Yao, encantador poblado de la Sierra Maestra, donde creció la Televisión Serrana, esa explosión transcultural y tecnológica en la que trabajé desde los primeros momentos.
“Provenía de Educación y como el tema conversacional era la televisora, me interesé por ella y junto a la delegada del Poder Popular, frecuentaba la institución.
“Por esos días llegaron Daniel Diez, el director, y Norberto Abreu, productor, buscando personas para ocupar diferentes cargos. Me presenté y modestamente dije que quería ser recepcionista.
“Al conocer que era Licenciada en Historia y Ciencias Sociales, les llamó la atención la diferencia entre el cargo solicitado y el nivel cultural, comenté que tenía una niña encamada y me resultaba difícil dedicar el tiempo a visitar otros lugares, motivo por el que abandoné el trabajo anterior y como la TVS me quedaba cerca de la casa me aceptaron.
“Se interesaron en conocer muchos detalles de mi vida, entre ellos si sabía escribir a máquina, pues en este lugar no existían computadoras, y finalmente comunicaron que trabajaría como responsable de actividades administrativas.
“Comenzó a funcionar la televisora y junto a ella mi interés creciente por el medio. Daniel, el director, decía pocas personas debíamos hacer mucho y asumí el reto: pago de guiones, música y todo lo relacionado con el apoyo artístico, no quería quedarme atrás en nada, de manera que me enamoré de aquel proyecto naciente.
“Asistía a todos los talleres, como uno más, hacia mis pruebas y todos los controles académicos, me fascinaban la producción y la dirección, y opté por la primera opción pues para entender a los artistas ,hay que saber qué hacen y cómo piensan.
“Me gusta escuchar porque quien lo hace aprende. Muchos decían que los artistas son personas muy complicadas, pero mis ideas nunca se torcieron, por eso tuve gran empatía con ellos: Nilka, Arelis, Marcos, Ariagna, Kenia…
“Me encantaba trabajar con Daniel, era muy conocedor, exigente, cuando se dirigía a nosotros, tenías que contestarle con inmediatez y seguridad .Lo extrañé muchísimo tras su partida a la capital cubana.
“Con Waldo Ramírez de la Ribera, quien lo sustituyó, tenía una relación personal muy grande y al asumir la dirección no quise confundir la amistad con la responsabilidad, hasta que un día se me acercó y dijo:
-Me parece que usted está pasando los límites, yo soy el mismo aunque sea el director-ese mensaje me devolvió la vida al cuerpo.
“Similar relación mantuve con el actual director Pablo García Barbán, a quien le tocó soportarme durante varias años y luego cargar con mi jubilación.
“En este lugar vi surgir de los talleres a muchos pilares de la institución y a los actores campesinos, protagonistas de incontables documentales.
“Ahora, desde mi posición como jubilada, agradezco a nuestro país el poner en mis manos esta televisora y, sobre todo, disfrutarla con amor”.