La voz de Cuba no será acallada

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Por Luis Morales Blanco | 5 junio, 2022 |
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Una espesa niebla rodeó desde el principio la IX Cumbre de las Américas, pero Cuba y el mundo supieron disiparla: sería una reunión de exclusiones. Llovieron las jugadas de engaño, fue la diplomacia yanqui del “culipandeo”, de evadir una dificultad para no afrontarla.

Si en enero pasado, un alto funcionario yanqui dijo que cualquier líder “elegido democráticamente” sería invitado, sabíamos que serían gobernantes bendecidos desde la Casa Blanca.

Los objetivos de la IX Cumbre serían promover el combate a la pandemia de Covid-19, la recuperación sustentable de las economías, manejo integral del fenómeno migratorio y “un consenso hemisférico” a los desafíos de la democracia como forma de gobierno en la región. Parecería que nuestros países no tendrían   nada que aportar sobre estos temas esenciales para todos los del hemisferio.

El gobierno estadounidense, ¡qué mal anfitrión!  quiso evitar la presencia de Cuba aun cuando los resultados del Verde Caimán en materia de salud son incuestionables, por sus notables avances científicos y cooperación solidaria en el enfrentamiento a la COVID-19.

La IX Cumbre se realizará antes de la cita de ministros de Defensa de las Américas e incluirá, entre otros, los intereses estadounidenses por preservar la defensa latinoamericana ante regímenes nefastos o sea Venezuela, Nicaragua y Cuba.  ¡Mira cará!

Hay que ser muy bruto para no comprender que América Latina y el Caribe cambiaron y mandaron a la porra la Doctrina Monroe, sí aquella misma de América para los (norte)americanos.

Aprecie el lector la reiteración: Biden convocó en diciembre de 2021 a un show global de las “democracias”, del cual fueron excluidos, además de China y Rusia, ocho países latinoamericanos: Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, El Salvador, Honduras, Guatemala y Haití. ¿Dónde están las libertades?

Hagamos memoria: las cumbres de las Américas se celebran bajo el patrocinio de la OEA, organismo que expulsó a Cuba en 1962, gracias a Washington, cuando Fidel declarara el carácter socialista de la Revolución Cubana.

En 2009, la OEA levantó la sanción a Cuba, pero el Gobierno revolucionario rechaza su reincorporación a este bloque, al considerarlo instrumento de dominación estadounidense.

El reclamo de la presencia de Cuba en las cumbres se volvió ensordecedor en la cita de Cartagena de Indias en 2012, allí Washington quedó aislado por las exigencias de varios Gobiernos de que no habría más reuniones de ese tipo sin La Habana.

En 2015, el Gobierno de Panamá, como sede de la VII edición, invitó al presidente Raúl Castro, quien participó, por primera vez en la historia, tras el sólido y unánime consenso de América Latina y el Caribe.

Cuba repitió su presencia en 2018, en Lima, Perú.

Pero para EE. UU, la única opción válida con Cuba sería el establecimiento de “una relación de dependencia”, lo cual, obviamente, los cubanos no estamos dispuestos a aceptar.

América Latina ha cambiado profundamente desde fines del siglo XX, con procesos, gobiernos y movimientos sociales de izquierda, junto a alternativas integracionistas como el ALBA-TCP y la Celac, pero la proyección estadounidense es de sordo-ceguera ante la realidad.

Cuba no asistirá en la persona de su presidente, pero la voz vibrante de su pueblo y el apoyo de los países hermanos será avasalladora para quienes pretendieron acallarla.

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